Título original: Sinners
Año: 2025
Duración: 137 min.
País: Estados Unidos
Director: Ryan Coogler
Guion: Ryan Coogler
Música: Ludwidg Göranson
Fotografía: Autumm Durald Arkapaw
Reparto: Michael B. Jordan, Miles Caton, Andrene Ward-Hammond, Jack O’Connel, Tenaj L. Jackson, David Maldonado, Yao, Helena Ju, Lin Jun Li, Delroy Lindo, Hailee Steinfeld

Hay tantos géneros en Sinners que es más una experiencia que una película.
Tras el éxito de Romeo + Juliet, Baz Luhrman se puso el gorro del exceso y se lanzó de cabeza a Moulin Rouge, una mezcla bizarra de época y modernismo, una reivindicación del cine clásico tremendamente pop. Una película penalizada por los bienpensantes debido a ese concepto de cine experiencia con tanta mezcla de géneros – música, drama, artístico, falso biopic – que resultaba difícil catalogar. A fecha de hoy, es considerada un clásico – moderno pero clásico.
Y mucho de esto lo encontramos en Sinners, una película que se convierte en una experiencia debido a su apuesta por el exceso, por la mezcla de géneros cohesionados por la música; posiblemente el proyecto soñado/más querido por Ryan Coogler ya que cada minuto, cada segundo de metraje, se nota el brío y la energía que ha puesto.
Este es el día en el que Sammie Moore, el hijo del predicador Jedediah Moore, se reencontrará con dos leyendas: sus primos gemelos Stack y Smoke, quienes huyeron del lugar hace ocho años y, según dicen las malas lenguas, estuvieron en guerras mundiales, trabajaron para mafiosos en Chicago y ahora regresan al poblado algodonero del Sur para montar un club de Soul para su gente, los trabajadores de las plantaciones.
Este es el día en el que Sammie podrá tocar el blues libremente, conocerá el amor y el terror, cuando la noche escupa unos seres sobrenaturales, convocados por el poder de Sammie de romper las barreras del tiempo con su voz.
Cuando amanezca el día siguiente, Sammie tendrá que demostrar quién quiere ser y cuál será su destino.
A la hora de enfocar esta crítica tal vez habría que empezar con una pregunta: ¿Cuánto tiempo ha tardado Ryan Coogler en crear un universo tan propio y fascinante como Sinners, cuántas referencias y gustos personales ha volcado en esta historia? Hay tantos géneros mezclados - noir, terror, crítica social, musical, romanticismo exacerbado, western, drama, terror… - que a veces resulta casi imposible ver cuál es el camino seguido para saltar tan fácilmente de uno a otro. Coogler pone el foco en tres personajes: los gemelos Stack y Smoke, junto al bisoño primo Sammi Moore, y utiliza a los dos primeros como antihéroes que luchan a golpes por labrarse un destino mientras el segundo debe hallar el suyo. La música, tanto la compuesta para la película como la ya preexistente, se convierte no solo en un envoltorio que cohesiona este viaje sino también en el motor interno; en este sentido, imposible distinguir donde empieza el trabajo como director/guionista de Ryan Coogler y el de su músico de referencia Ludwidg Göranson que se ha dejado el alma – referencia obligatoria ya que hablamos de una historia que gira alrededor del blues – creando este compacto universo musical. En este sentido la tercera pata del espectáculo nos la sirve la tremenda fotografía de Autumm Durald Arkapaw, que convierte en paradisiacos los campos de algodón donde la gente de color trabaja a cambio de un salario de “mierda”, e imposible no mencionar los acogedores interiores del club de blues o los colores de sombreros que diferencian/identifican a los gemelos.
Hay muchas ideas que se lanzan al espectador con la odisea de estos personajes afroamericanos, atrapados por el destino y la fatalidad pero hay una que destaca por encima del resto: la música como lenguaje universal, sin fronteras ni razas, cuya existencia tiene un elemento preternatural que puede ser utilizado, tal como demuestran los enemigos sobrenaturales de la película, para seducir al inocente antes de acabar con él. Que en contraposición al Blues, el malvado Remmick interprete canciones folk y provenga de Irlanda, ¿Será una casualidad o más bien un homenaje a Bram Stoker, el creador de Drácula?
Michael B. Jordan, actor fetiche del director, interpreta a los gemelos Stack y Smoke, y de nuevo demuestra lo gran actor ya que se puede diferenciar a ambos personajes solo por sus gestos; estos antihéroes podrían estar hermanados con los creados por una de las grandes influencias de Sinners: John Carpenter. Hay múltiples referencias narrativas, visuales e incluso un homenaje directo, a la filmografía del director de culto. Miles Caton se estrena en el mundo de la interpretación como Sammie Moore, el protegido de los gemelos y, al mismo tiempo, el reflejo de lo que ellos podrían haber sido en otra vida más fácil. Jack O’Connel interpreta al ¿Malvado o superviviente? Remmick, un ser sobrenatural tan seductor como asqueroso e inquietante.
¿Se convertirá Sinners en un clásico como lo es Moulin Rouge a día de hoy? El tiempo lo dirá, pero hacía mucho tiempo – años – que no surgía una película tan excesiva como personal, con tal torrente de ideas por minuto, a veces agotadora y casi siempre genial… una mezcla de géneros pocas veces vista en el cine, que se agarra a la cabeza y se convierte en algo que se echa cada vez más de menos en las pantallas: toda una experiencia.
Firma: Javier S. Donate.
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