The Omega Man review

Tras una guerra bacteriológica que eliminó a casi toda la humanidad. En la ciudad de Nueva York, Neville pasa sus días intentando descubrir dónde vive La Hermandad, un grupo mutante que desea acabar con Neville por una razón: les recuerda que ellos fueron humanos y no estas criaturas que viven en las sombras.

Título original: The Omega Man

Año: 1971

Duración: 98 min.

País: Estados Unidos

Director: Boris Sagal

Guion: John William Corrington, Joyce Hooper Corrington

Música: Ron Grainer

Fotografía: Russel Metty

Reparto: Charlton Heston, Anthony Zerbe, Rosalind Cash, Eric Laneuville


Una película adelantada a su época.

El mítico actor Charlton Heston leyó Soy Leyenda de Richard Matheson durante un viaje en avión. Quería dar un giro a su carrera y pensaba que interpretar a Neville – ese hombre en lucha contra una humanidad convertida en monstruo por una pandemia - sería perfecto. Tal vez El último hombre… vivo no sea su mejor película pero está repleta de encanto.


Tras una guerra bacteriológica que eliminó a casi toda la humanidad. En la ciudad de Nueva York, Neville pasa sus días intentando descubrir dónde vive La Hermandad, un grupo mutante que desea acabar con Neville por una razón: les recuerda que ellos fueron humanos y no estas criaturas que viven en las sombras.

La aparición de un grupo superviviente hará que Neville cambie sus prioridades.

The Omega Man es hija de los años 70, una época convulsa donde se luchaba por la libertad en muchos frentes: amor libre, drogas, discriminación racial, problemas laborales. Era una sociedad americana deprimida al despertar, a golpes de la guerra de Vietnam, del famoso sueño americano. El guion escrito por el matrimonio Corrington - John William y Joyce Hooper – se adelantó por mucho a su tiempo, ya que fue la primera película que se atrevió a dar el papel protagonista femenino a una actriz de raza negra, Rosalind Cash, donde la única esperanza de la humanidad es un grupo de supervivientes “hippy” en el que conviven diversas etnias y clases sociales.

Y lo más importante del guion: la hermandad es un grupo mutante que, oculto entre las sombras, tiene una moralidad de la edad media y que han declarado la guerra a todo lo que represente la tecnología que acabó con la humanidad.

Aunque la dirección de Boris Sagal es lo peor de El último hombre… vivo, no empaña toda la locura desprejuiciada, muy pulp y cool, que rebosa la película: Charlton Heston es un Neville socarrón que no se esconde como en las versiones de Vincent Price o Will Smith, sino que vive en un piso de lujo y por las noches oye música mientras viste de terciopelo y bebe brandy… Puede que Heston sea recordado por las nuevas generaciones como el “viejo ese que respaldaba el lobby del rifle”, pero era un actor perfecto para este tipo de películas por ese espíritu chulo pero entrañable, la pinta de ser buen amigo y mejor bebedor, y aunque solo sea por interpretar The Planet of the Apes y Soylent Green, debe estar en un altar eterno.


Su partenaire Rosalind Cash, aunque fue muy valiente darle el papel a una actriz negra, sucumbe a los tópicos de la época y aunque el personaje arranca con fuerza, pierde intensidad al subyugarse a Heston. Anthony Zerbe, como el líder de la manada, nunca fue un buen actor y tampoco ese pelo afro y las gafas de sol, pero da el asco suficiente para hacer de malo.

Adelantada a su época en los 70 a día de hoy El último hombre… vivo es una película claramente “retro”, aunque acumula los suficientes aciertos y momentazos – respaldados por la dinámica música de Ron Grainer – para ser disfrutada una y otra vez.

Firma: Javier S. Donate.

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