Drácula (1958) review

Un bibliotecario acepta un trabajo en el castillo del enigmático Conde Drácula, con el fin de investigar más sobre ese extraño personaje. Una vez caído en desgracia, Drácula, su depredador, se dirige contra su familia. El Dr. Van Helsing, amigo del primero se embarga en la búsqueda y destrucción de tan espeluznante aristócrata.

Título original: Dracula

Año: 1958

Duración: 82 min.

País: Reino Unido

Director: Terence Fisher

Guion: Jimmy Sangster (Novela: Bram Stoker)

Música: James Bernard

Fotografía: Jack Asher

Reparto: Peter Cushing, Christopher Lee, Michael Gough, John Van Eyssen, Melisa Stribling, Carol Marsh, Olga Dickie


Impactante, sorprendente y ¿cómo no?, aterradora.

El personaje de Drácula ha dado mucho juego en el cine de terror de todos los tiempos. Sin irnos hasta la prehistoria ni ser la primera de la lista, la que estamos analizando ocupa un lugar destacadísimo dentro del ranking de calidad protagonizado por este icono del terror. Naturalmente los films basados en el vampiro más famoso del mundo, tuvieron su época dorada, aquella en la que no había demasiados referentes y que fijó el mundo tenebroso en unas producciones, algo parcas por cierto, que vistas hoy en día mantienen la frescura que marcaron en su estreno. Drácula de Terence Fisher tuvo un extraordinario éxito de público, lo que la convirtió en todo un clásico del cine de terror.


A todo ello contribuyeron las excelentes actuaciones de dos actores que dejaron su sello en todo aquello que hicieron. Me estoy refiriendo, en primer lugar, al prolífico Peter Cushing (The Hound of the Baskervilles, Star Wars: Episode IV - A New Hope), que interpreta a un Doctor Van Helsing lleno de energía y con todos los conocimientos habidos y por haber acerca del vampirismo. Le secunda, en el personaje de Drácula, uno de los actores que acertó en medio de la diana al dar vida, o no, al Conde Drácula: Cristopher Lee (The Wicker Man, Saga The Lord of the Rings). Solo con verlo caracterizado de ese personaje ya se te ponen los pelos de punta. Su pose hierática muestra, aún más si cabe, el terror con todas sus consecuencias.

Un bibliotecario acepta un trabajo en el castillo del enigmático Conde Drácula, con el fin de investigar más sobre ese extraño personaje. Una vez caído en desgracia, Drácula, su depredador, se dirige contra su familia. El Dr. Van Helsing, amigo del primero se embarga en la búsqueda y destrucción de tan espeluznante aristócrata.

La historia, sin ser una cosa del otro mundo vista desde la actualidad, cumple con uno de los elementos fundamentales del cine de terror: pasar miedo. El ritmo es trepidante e incluye algunos de los elementos característicos de las pelis de vampiros, cabezas de ajo, crucifijos, ataúdes semienterrados en oscuras y tenebrosas criptas, en fin, fija una serie de ítems que se convertirían en algo parecido a una Biblia del terror. Vista ahora pierde algo de frescura en ese aspecto, en cambio, destacar, que ha envejecido de manera envidiable sin contar, no podía ser de otra manera, de efectos especiales espectaculares ni con vestuarios que producciones posteriores parecían prestos a desfilar en pasarelas fashion de Milán.

Comentar que los dos protagonistas principales no aparecen juntos en pantalla hasta casi el final. Puede que la Hammer, la fábrica británica del terror gótico de serie B, lo quisiera así dando a entender que ambos se encontraban enfrascados en una gran rivalidad, cosa que en principio es cierta pero de todos es sabido que les unía una gran amistad. Ambos llevaron una trayectoria profesional parecida, tanto en los momentos cumbre como en los más bajos. Añadir, como una pequeña boutade, que entre los actores de esa época faltaría, para formar un triunvirato celestial, el gran Vincent Price.


Aparte de los comentados “monstruos” destacar del resto del elenco a John Van Eyssen en el papel del bibliotecario Jonathan Harker y a Melisa Stribling en el papel de Mina, claro ejemplo, muy bien interpretado por cierto, de la transformación de víctima a verdugo.

Drácula es una película que sorprenderá a un tipo de público poco acostumbrado a obras hechas artesanalmente. Si lográis quitaros de la cabeza grandes alardes técnicos y disfrutar de lo que realmente Drácula es, pasaréis un rato memorable y, lo mejor de todo, se os pasará como un suspiro. Es lo que tiene tener las ideas claras.

Firma: Josep M. Luzán.
@Josep_Luzan

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