Título original: Blood
Año: 2022
Duración: 107 min.
País: Estados Unidos
Director: Brad Anderson
Guion: Will Honley
Música: Matthew Rogers
Fotografía: Björn Charpentier
Reparto: Michelle Monaghan, Skeet Ulrich, Finlay Wojtak-Hissong, June B. Wilde, Skylar Morgan Jones
Blood avanza sin prisa pero tampoco sin objetivo.
Ya han pasado muchos años desde que en el 2001, Brad Anderson consiguiera aterrorizar con Session 9, película pequeña de grandes resultados… Y en todo este tiempo ha sido incapaz de alcanzar el nivel de su ópera prima.
¿Romperá Blood la maldición?
Para rehacer su vida, Jess se muda a la casa familiar junto a sus hijos Owen y Tyler, pero hay algo que se oculta entre los árboles y que convertirá su vida en un infierno cuando Owen sea mordido por el perro de la familia y desarrolle un tipo de infección que solo se puede curar con sangre.
Hay algo en Blood que lanza señales de peligro en los primeros minutos y que se perpetúa durante toda la película: la previsibilidad de la historia y el saber qué ocurrirá antes que los protagonistas. El espectador del género ya ha visto películas de este tipo, en el que la madre o la familia hacen lo que sea necesario para “suplir” las necesidades alimentarias del vástago; como ejemplo muy cercano en el tiempo encontramos Son de Ivan Kavanagh, con el mismo planteamiento pero resultados diametralmente opuestos ya que esta película juega con el elemento sobrenatural mientras la de Anderson apuesta por un naturalismo que sienta a Blood como una patada en su glóbulos rojos.
Brad Anderson, por motu propio o tal vez marcado por el insípido guion de Will Honley (también guionista de la divertida Scape Room 2), afronta Blood como la lucha de una madre coraje que hará lo necesario por salvar a su hijo, pero comete el error de adoptar un tono muy grave, apostando por lo dramático antes que por lo siniestro o terrorífico. Algo parecido hizo George A. Romero con Martin, pero este contaba con una historia repleta de interés, como el análisis del vampirismo como una enfermedad mental, y los increíbles efectos de Tom Savini.
Michelle Monaghan afronta su primer acercamiento al terror con su profesionalidad pero con el hándicap de tener un personaje vacío que recorre la historia con gesto dramático; Skeet Ulrich hace del ex marido encargado de hacerle la vida imposible mientras Finlay Wojtak-Hissong, como el “infectado” Owen, tiene un impresionante físico al que no acompaña la capacidad interpretativa. En ese sentido destaca la naturalidad de Skylar Morgan Jones como la hija “sana” de la familia y a June B. Wilde como una enferma terminal cuyo paso por la historia debería haber tenido mucho más peso.
Lamentablemente, Blood es una película que no gustará a los amantes del género por lo descafeinado de su propuesta, y dudo que interese a todos aquellos que busquen un drama. La espina de Session 9 aún sigue clavada en el costado de Brad Anderson.
Firma: Javier S. Donate.
🎬 VOD
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.