Entrevista a Just Philippot, director de La Nube


¿Estuviste involucrado en el origen de La Nube o es un proyecto que te ofrecieron?

Se originó de una manera bastante inusual, viene de un productor, Thierry Lounas, que buscaba la manera de renovar el cine de género en Francia, renovar el cine y la manera en que se hace. Lounas se inspiró en la industria americana y creó un grupo de técnicos, entre directores, guionistas, directores de fotografía, cámaras, etc… Y conseguir así al mismo tiempo un cine de autor y comercial. Para lograr esto, creó la residencia Sofilm de género.

En las residencias rodé el cortometraje Acide sobre una nube de lluvia ácida, y a partir de aquí Thierry Lounas me ofreció el guion de otros estudiantes sobre una nube de saltamontes.


Aunque el guion lo firman Franck Victor y Jerome Génevray, ¿Interviniste en la reescritura?

Respeto el trabajo de los guionistas y no quiero atribuirme méritos, pero inicialmente el proyecto era algo muy orientado hacia el cine de género, el tema era la ambición de esta madre que terminaba convertida en una especie de madre saltamontes que cambiaba de color.

El proyecto así no me interesaba, yo lo que quería era cambiar la orientación del monstruo: ya no eran los saltamontes sino esta madre, que se transformaba en algo monstruoso.

Al principio ocurrió algo que cambió toda la orientación de la película y es que la directora de producción me preguntó cuántos saltamontes iba a necesitar y según el guion eran varios cientos de miles, pero al final solo pudieron darme cinco mil. De alguna manera, esta limitación fue una suerte para mí porque, de pronto, podía reenfocar la historia hacia lo que me interesaba: partir del universo más realista y luego ir avanzando hacia lo fantástico.

Esto me permitió empezar como un thriller agrícola y luego moverme hacia la película de catástrofe, así que esos cinco mil saltamontes me permitieron retomar el control de La Nube y, por ejemplo, también hacer un cambio en el personaje de Sofian Khammes, que interpreta a Karim el viticultor, porque no quería que fuera solo un tío que se quiere acostar con ella sino un personaje que empatiza con la protagonista.


En la nube hay elementos de cine catastrófico, lecturas sociopolíticas y ecologistas. ¿Cuáles fueron tus influencias a la hora de rodar?

Hay dos tipos de referencias: por un lado documentales sobre el mundo agrícola porque La Nube se desarrolla en ese mundo específico. Por eso mis influencias son Raymond Depardon o por ejemplo la película de Hubert Charuel, Petit Paysan, que es una película de ficción pero con aire documental; son cineastas del documental que, para mí, aportan algo muy singular.

Y por otro lado es cierto que estaba el cine comercial, películas como Alien, Distrito 9, La Mosca o el cine de Steven Spielberg pero son influencias que estaban ahí, de forma inconsciente, pero que no tenían que coartarme.

Así que me encontré entre esos dos polos, en una especie de tierra de nadie donde no había realmente referencias, y esto me dio mucha libertad para buscar el equilibrio entre cine de autor y un cine popular con sangre, explosiones, etc…

Ahora caigo en que igual el cineasta que más me ha influenciado en La Nube puede ser Jeff Nichols, que con Take Shelter o Midnight Special es capaz de mezclar personajes muy locos con un elemento realista.


Hay mucha naturalidad en la familia protagonista, ¿tuviste que trabajar mucho con las actrices y los actores para lograrla?

Lo importante es el casting. De los hijos de la protagonista tenemos a Raphael Romand que interpreta a Gaston, que por su corta edad tenía esa espontaneidad natural y por otro lado tenemos a Marie Narbonne que interpreta a Laura, que ya va camino de ser actriz.

Luego está Suliane Brahim, Virginie, que aparte de tener mucho talento está dispuesta a plegarse a la espontaneidad de los niños. Al igual que antes hablaba sobre dos tipos de referencias cinematográficas, aquí tenemos algo parecido: el trabajo con los actores tenía que ver mucho con el instante, no hablo de improvisación sino que los técnicos tenían orden de empezar a grabar antes de lo escrito en el guion y después les dejaban hablar un poco más para captar esos momentos naturalistas.

Ya era distinto cuando en la misma jornada de trabajo se mezclaban tomas de la familia con efectos especiales que debían ser muy precisos.


¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Estoy trabajando en un proyecto que retoma el concepto de mi cortometraje Acide, que está muy ligado al momento COVID que vivimos; es una familia desunida que se enfrenta al fenómeno de las lluvias ácidas en una sociedad que no se cree nada, la historia está vista desde el punto de vista de la hija adolescente.


¿Película de terror favorita?

Si tuviera que ponerme a pensar una, perderíamos mucho tiempo. La primera que me viene a la cabeza, y ni siquiera sé si es terror, es Masacre: Ven y Mira de Elem Klimov.