Beneath review


Título original: Beneath

Año: 2014

Duración: 89 min.

País: Estados Unidos

Director: Ben Ketai

Guión: Patrick Doody, Chris Valenziano

Música: Andres Boulton

Fotografía: Timothy A. Burton

Reparto: Jeff Fahey, Kelly Noonan, Joey Kern, Brent Briscoe, Mark L. Young, Eric Etebari, Kurt Caceres, Lauren Gores, Ashway Lawver, Jason Masek, Lawrence J. Moran, Rene Rivera, David Shackelford, Mark L. Young


Oscura, claustrofóbica y que no te da un respiro.

El trabajo de minero es de un peligro extremo. Su desempeño está rodeado de mortales posibilidades. Desde que se te acabe el aire, pasando por desprendimientos súbitos, a caerte por vete a saber donde, y no hablemos de que ya te puedes despedir tanto del sol como de tus pulmones. Está claro que hay que ser de una pasta especial para meterse ahí dentro. Las historias de mineros atrapados bajo una montaña son, más o menos, comunes. Al año pueden haber dos o tres casos repartidos por el mundo. Casi siempre acaban bien porque ya están preparados para ello. Otras veces lo hace de manera pésima. Esta es la película de una historia que terminó peor.

George Marsh se jubila forzosamente de la mina después de más de treinta años de ejercer, solo le queda un día más. Su hija, Samantha, quiere pasarlo con él para entender lo que tuvo que vivir tantos años. La mala suerte entra cuando hay un derrumbamiento y se quedan junto a otros mineros atrapados a 600 metros de profundidad.

La película te sitúa en una situación extrema, que muy pocos sabrían aguantar. Empatizas al instante con todos los personajes, y desearás no estar en su lugar. Trabaja muy bien el efecto psicológico en todos ellos. Algunos reaccionan de manera agresiva, otros reflexiva, los hay que son héroes y otros que son más del “sálvese quien pueda”, y consigue que entiendas el punto de vista de cada uno como algo lógico.

Sus mejores bazas son la ambientación y por ende la inmersión, la práctica totalidad de la iluminación proviene de las luces de los frontales y en media docena de palos de luz. Es curioso como viendo la película me he visto dando bocanadas de aire. Son los mismos pasillos y vestíbulos todo el rato pero la película nunca llega a hacerse aburrida ya que los personajes están continuamente en movimiento, haciendo expediciones, separándose y reagrupándose, y todo en un ambiente de terror que nunca acaba de quedar claro que está pasando. La resolución final, todo y ser bastante predecible deja algunos cabos sueltos a lo largo de la película.

Jeff Fahey (Planet Terror, Machete) interpreta al sufrido padre a punto de jubilarse, me gustó especialmente su voz ronca por la enfermedad que le queda de perlas a su ya de por si cascada voz, siempre reflexivo y tranquilo hasta que llega a su límite. Kelly Noonan (Haunt, iCrime) es la verdadera protagonista y la que menos pinta ahí. Su personaje va pasando de asustada cuando la situación le sobrepasa a decidida en los momentos claves. Pega unos buenos gritos.
Dirige Ben Ketai, su segundo largometraje tras 30 días de oscuridad 2: Tinieblas, demuestra que menos es más y que con cuatro pasillos se puede hacer algo entretenido, no escatima en sustos, casi todos correctos aunque hay alguno por ahí un poco gratuito. Hay quizás un pequeño problema que realmente no es culpa suya y es que cuesta diferenciar qué minero dice tal cosa o cual se ha ido a otro pasillo, entre la oscuridad y que todos van con ropa similar tardas prácticamente toda la película en reconocerlos.

Entretenida película y correcto homenaje a tan peligroso oficio, tiene en su ambientación y ritmo sus mejores bazas. Dura lo justo para que no te cojas una botella de oxigeno.

Firma: Oriol Hernández.