TerrorMolins 2024 estará dedicado al terror rural en el 50º aniversario de La Matanza de Texas


"Sembramos el terror" será el lema que acompañará el leitmotiv del 43º Festival de Cine de Terror de Molins de Rei, que tendrá lugar del 8 al 17 de noviembre de 2024.

En 1974 Tobe Hooper dirigió la que se convertiría en una de las películas de terror más emblemáticas de todos los tiempos: La matanza de Texas. Cinco años más tarde, en 1979, la película llegaba a Molins de Rei de la mano de la maratón de 16 Horas de Cine de Terror, germen de lo que es hoy el TerrorMolins. Aquella maratón, además, pasó a la historia del festival por ser la primera con performances en directo, que además remitieron al film de Hooper. Es por eso que el Festival de Cine de Terror de Molins de Rei 2024 quiere dedicar esta edición a un subgénero que ha dado mucho de sí, y muchos films del cual han pasado por las pantallas del certamen.

"Sembramos el terror". Con este leitmotiv y un lema que reivindica el festival como un vivero de nuevos públicos y terreno adobado para los ya fieles, se presenta el TerrorMolins 2024, que tendrá lugar del 8 al 17 de noviembre con el Teatro de La Peni como sede principal. Y con este texto empieza su andadura hacia la 43ª edición:

"Una bochornosa tarde de verano puede convertirse en una perturbadora pesadilla, como nos mostró Tobe Hooper ahora hace cincuenta años. Una motosierra y un antiguo matadero pueden revivir si en vez de vacas o cerdos introducimos a una pandilla de jóvenes incautos.

Rodada con cuatro duros y basada muy libremente en la macabra peripecia de Ed Gein, The Texas Chainsaw Masacre no es especialmente explícita. Muestra, sí, pero por sobre todo insinúa y sugiere. Los gemidos de los jóvenes siendo torturados fuera de plano y la textura granulada casi documental del film construyen un clima de tensión por instantes insoportable. Pieza capital del gótico norteamericano, metáfora de un país desestructurado y en crisis, el carismático Leatherface como capo del clan familiar abrió camino al slasher de serie B de los 70 y 80. Film de culto por encima de las modas, para el festival es también un título emblemático ligado a una performance inolvidable: en la proyección de 1979 dos encapuchados con motosierras sembraron el pánico en la platea de La Peni y la cosa acabó en comisaría, donde los agentes del orden comprobaron que las máquinas tenían la cadena desmontada. El recurso de los palurdos fanáticos acosando a los inocentes urbanitas que buscan parajes aislados ha sido repetidamente utilizado en el cine de género y nos ha ofrecido momentos gloriosos.

Si miramos un poco más allá afloran temas como el contraste entre la modernidad y el mundo antiguo, las dificultades de entendimiento entre diferentes, y la fatalista constatación de que a veces la violencia resulta inevitable. Con frecuencia asistimos a venganzas o a catárticos estallidos de brutalidad, y también podemos encontrar denuncia social y costumbrismo negrísimo, como en la reciente Cerdita.

Paradójicamente, el progresivo despoblamiento y envejecimiento de las áreas rurales convive con el fenómeno del neoruralismo: un cierto éxodo de la ciudad hacia el campo en la búsqueda de entornos tranquilos y menos contaminados. Es justo decir que este reencuentro, cada vez más presente también en la literatura y el cine, puede dar mucho de juego, con despistados neorurales constatando que su adaptación al nuevo medio se complica de forma inimaginable.

La etiqueta terror rural es atractiva pero no olvidamos que la peor violencia se da en las ciudades. En el mundo real la revuelta campesina ha patentizado las dificultades y el malestar de un sector estratégico y primordial de nuestra sociedad, por lo tanto estaría bien no estigmatizar ni caer en la condescendencia. Pongámonos cómodos, pues, para disfrutar del “terror de proximidad” y gocemos con grandes títulos de este fructífero subgénero."