Entrevista a Gonzalo López-Gallego, director de La Sombra del Tiburón

La Sombra del Tiburón es una película que cuenta la historia de Alma, una mujer que siente una presencia que la perturba por las noches. Por recomendación de su hermana se compra una cámara de vigilancia que conecta en su habitación mientras duerme. Las imágenes grabadas hacen que dude de su cordura e inicia un proceso terapéutico que le llevará a descubrir el misterio qué le persigue en su vida y en su cabeza. Pero también La Sombra del Tiburón es una película que nace de la necesidad de volver a conectar con la pasión de crear largometrajes y del hastío de encontrarme en situaciones en las que descubres que el proceso creativo no tiene cabida.

¿Cómo describirías La Sombra del Tiburón?

La Sombra del Tiburón es una película que cuenta la historia de Alma, una mujer que siente una presencia que la perturba por las noches. Por recomendación de su hermana se compra una cámara de vigilancia que conecta en su habitación mientras duerme. Las imágenes grabadas hacen que dude de su cordura e inicia un proceso terapéutico que le llevará a descubrir el misterio qué le persigue en su vida y en su cabeza. Pero también La Sombra del Tiburón es una película que nace de la necesidad de volver a conectar con la pasión de crear largometrajes y del hastío de encontrarme en situaciones en las que descubres que el proceso creativo no tiene cabida.



¿Cuántas horas de material rodado conseguisteis a lo largo de los años de rodaje?

En realidad, no difiere mucho de un largometraje normal en cuanto al número de horas de material. A lo largo de estos dos años y medio rodábamos tres o cuatro días al mes o cada dos meses, dependiendo de la disponibilidad de todos, y así las ideas se iban asentando. En el proceso surgía la inspiración para encontrar nuevos caminos y explorar nuevas ideas. Pero al final, de material rodado total, habrá unas cuarenta horas.



¿Ha mutado mucho el proyecto desde que diste el primer claquetazo hasta la versión final?

El proyecto ha evolucionado, pero no ha cambiado mucho la idea inicial. Creo que se parece mucho a lo que quería conseguir. Empezamos rodando el plano final de la película y esto nos ayudó a usarlo como brújula de nuestro destino.

A lo largo de todo este tiempo he aprendido mucho en el manejo de la cámara y a soltarme con el resto de los elementos técnicos que iba probando en mi intento de hacer la película casi en solitario y de una forma completamente independiente. Creo que esa evolución técnica personal, ha perfilado el estilo del largometraje.



La actuación de Alba Galocha es un auténtico tour de force a lo largo del metraje.

Alba Galocha hace un papel increíble y una interpretación maravillosa y, como decís, un tour de force en un reto interpretativo mayúsculo. Además sin ella, técnicamente la película no habría sido posible. Tanto por su disponibilidad, por su pasión y por su ayuda constante, que me facilitó el rodaje enormemente. Siempre concentrada para dar el máximo de su personaje.



Al margen de Alba, la película se vertebra en dos personajes masculinos interpretados por Denis Gómez y Remate, que son como las dos caras de una moneda. ¿Cómo surgen y como los enfocaron cada uno a la hora de interpretarlos?

Quería que en la película Alma estuviera rodeada de hombres. Yo soy el director y guionista y, soy hombre. Parte de la génesis del proyecto consistía en contar el horror por el que está pasando Alma desde el punto de vista masculino. No quería pretender algo distinto. Quería hacer mi propio proceso de reflexión y autocrítica para poder reflejar de forma visceral el sufrimiento de la protagonista y retratar al monstruo con la repulsión que siento desde mi perspectiva.

Los personajes de Denís Gómez y de Remate surgen de la necesidad de encontrar a esos antagonistas o co-protagonistas que sirvan de reflejo de lo que le está pasando a ella.

Denís Gómez interpreta magistralmente al "hombre malo". Es la semilla del mal, del horror y, a su vez, la víctima inocente que tiene que pagar asumiendo la responsabilidad del otro. Es un personaje complejo de afrontar; una vuelta de tuerca de Dr. Jekyll y Mr. Hyde en el que el bien y el mal no conviven en la misma persona.

En cuanto a Remate, su personaje surgió de una manera completamente espontánea. Una imagen, una idea. Un lugar de descanso, tanto para Alma como para el espectador. El lugar a donde vas a desahogarte y expiar tus miserias y dejar que la tensión acumulada se destape sin control. Pero, vuelve a ser un hombre, y de alguna forma sigue representando una amenaza para Alma, aunque sea de forma inconsciente. El propio terapeuta en determinado momento le advierte a Alma que él también puede ser parte del problema.



Remate dijo no recordar el rodaje de algunos segmentos de La Sombra debido a que fue un proceso largo a través del tiempo e intensivo cuando había tiempo de rodar.

El rodaje ha sido intenso, pero ha sido muy divertido también. Ha sido una experiencia increíble en la que he podido volver a sentir lo que sentía cuando empezaba a hacer cortometrajes a los quince años. La misma inocencia, osadía e inconsciencia. La misma libertad y la misma ilusión. La intensidad es parte del trabajo...


En La Sombra eres un hombre del renacimiento, guionizas, produces, diriges, editas… ¿Qué has aprendido a lo largo de este proceso?

Es cierto que decidí enfrentarme al proyecto con la condición de responsabilizarme absolutamente de todo excepto de la interpretación y la música. Esa era parte de la semilla original, del "porqué" de hacer esta película. La necesidad de volver a encontrarme con el material y sentir que tocas las cosas y que tienes una autoría sobre la que responsabilizarte.

A lo largo de estos años en los que he escrito, dirigido y montado, he aprendido a ser paciente. Pero he aprendido muchas facetas técnicas en las que no había profundizado, como el etalonaje, la mezcla 5.1, efectos visuales... he aprendido incluso a hacer los DCPs que se envían a los cines.

Desde que empecé a hacer cortometrajes y después largometrajes, he sido autodidacta, y siempre me ha maravillado el proceso de aprender a hacer cosas por mí mismo. Me gusta prestar mucha atención a los profesionales con los que trabajo como Daniel Urdiales en sonido, o José David Montero en fotografía. Siento mucha curiosidad por la técnica y su aprendizaje.

Soy consciente de que el resultado final de la película no habría sido el mismo si hubiera contado con la ayuda de un equipo profesional, pero yo mismo me cortaba esa opción, y me obligaba a hacerlo de forma independiente, aunque supiera que el resultado no iba a estar a la misma altura. Por otro lado no nos engañemos, levantar una película es tremendamente costoso y yo no disponía del presupuesto para asumir los gastos de un equipo técnico.

También creo que he aprendido a equivocarme. Esa paciencia de la que te hablaba al principio me ha servido para ser paciente conmigo mismo y no castigarme las muchas veces que he metido la pata. En esta ocasión tenía la posibilidad de volver y repetirlo, y subsanar el error.



De alguna forma, la película es un “grito” de experimentación y libertad frente a una industria que siempre busca copypastear trabajos anteriores.

Sin duda si la película se convierte en un grito a la libertad creativa frente a la industria del algoritmo, puedo decir que mis expectativas estarían sobradamente cumplidas.

Yo he hecho una película que me gustaría descubrir como espectador. Hay tanto contenido en la infinidad de bombardeos que recibimos de las plataformas, que encontrar lo que verdaderamente te deslumbra, por nuevo o por diferente, es muy difícil. Desde que empezamos con La Sombra del Tiburón sabíamos que podía gustar más o menos, que el resultado podía ser mejor o peor, pero estábamos seguros de que estábamos haciendo algo inusual, que no acostumbrábamos a ver. Siempre que me encontraba un escollo, me agarraba a esa idea de libertad absoluta que me permitía poder seguir tomando decisiones, aunque fuera la solución más loca.



Hay un cierto componente autobiográfico en la secuencia de la productora, ¿Cuántas veces te has encontrado en esa tesitura de echarte para atrás el material?

La película nace gracias a una charla zoom con una plataforma. Un día deciden prescindir de mi trabajo después de llevar más de seis meses desarrollando algo de lo que me sentía verdaderamente orgulloso. Un proyecto en el que por fin tenía el tiempo y el presupuesto para medirlo, cuidarlo y afinarlo a mi gusto. Pero no me di cuenta de que hablábamos lenguajes completamente distintos. Sentí que el lenguaje cinematográfico no era su prioridad. No querían una visión, no querían una autoría, - que hasta cierto punto lo puedo entender... - pero ni siquiera querían un director. Lo que querían (y quieren) es a un mercenario que ruede y ruede para después poder decidir en montaje cómo hacerlo encajar con el algoritmo. Sé que esto que digo no es nada nuevo, y sé por muchos amigos directores que han vivido la misma experiencia o parecida, que es la realidad que nos está tocando vivir.

A mi esta realidad me ayudó infinitamente. Esas charlas tan desagradables me dieron el impulso para lanzarme.



¿Cómo superas esos momentos de inseguridad creativa?

Realmente no se superan del todo nunca. Lo único que haces es seguir adelante. Te dejas llevar por la creatividad e intentas apartar las inseguridades que te acechan.

A lo largo de mi vida me he encontrado en muchísimas situaciones en las que te topas con un muro infranqueable y te sientes inseguro. Ahora sé, pasado un poco el tiempo, que La Sombra del Tiburón era lo que necesitaba para desquitarme.



La música es una de las columnas vertebrales de La Sombra… Cómo fue el trabajo con Remate, tenías claro qué querías o le dejaste libertad?

Trabajamos juntos desde hace mucho tiempo y espero que siga siendo así en el futuro.

Ya hemos forjado una relación profesional y personal en la que nos sentimos muy cómodos. A los dos nos encanta nuestro trabajo y contar historias (o canciones) de una forma personal e independiente.

Nos gusta trabajar desde el principio, desde la idea, antes incluso de que haya un guion. Remate comparte conmigo bocetos y propuestas basadas en nuestras charlas preliminares de referencias de tono y atmósfera, y desde ahí empezamos a trabajar. Él tiene (y debe ser así) la libertad absoluta de crear desde su interpretación de la historia, que suele ser muy elaborada y exquisita.

Contar con la música en rodaje no es lo habitual, es un lujo y hace que el trabajo sonoro se afine desde el principio. En ocasiones, la música puede llegar a ser el germen de una imagen o una secuencia y no al revés. Nunca me convenció lo de entregar una película y que te devolvieran una banda sonora semanas después. Lo respeto y entiendo que funciona, sobre todo por exigencias de producción, pero probar el proceso contrario, es mucho más emocionante y enriquecedor.

Con Remate me pasa algo maravilloso, y es que pasado el tiempo, vuelvo a escuchar un disco suyo, o una banda sonora de una película y me digo: “Joder, qué bueno es..."


Está teniendo una buena carrera en festivales, cómo está siendo el feedback del público.

La Sombra del Tiburón está teniendo una carrera inesperada en festivales. Tienes que tener en cuenta que esta película no se había hecho con ninguna pretensión, ni siquiera la pretensión de que la fuera a ver nadie. La hacíamos para nosotros y por nosotros. Pero estábamos tan contentos que empezamos a enseñarla, primero a un círculo cerrado de amigos y familiares y de ahí fuimos abriendo el círculo poco a poco.

Es verdad que tuvimos un primer contacto desafortunado con un festival de fantástico de renombre en el que nos trataron de forma muy poco digna, pero superado el sofocón, decidimos seguir apostando por ella y la enviamos a Fantasporto.

Allí tuvimos el placer de conocer a los directores del Festival, Mario y Beatriz que nos mostraron su entusiasmo por la película y además hubo una muy buena acogida de la crítica. Como sorpresa final me concedieron el premio a mejor director. Las expectativas ya estaban sobradamente superadas.

Además, hemos tenido la suerte de poder mostrarla en Madrid, en el estupendo festival de Sombra y ahora vamos a Fantaspoa en Brasil y al FANT de Bilbao, los dos en sección oficial. La satisfacción es total, vuelvo a sentir lo que era poder ir a un festival y compartir tu experimento con los espectadores.

En cuanto al feedback de la audiencia, lo mejor es cuando alguien se te acerca y te agradece que le hayas mostrado algo diferente.



¿Crees/te gustaría que La Sombra abriera un frente para los directores, tanto noveles como experimentados?

Sería increíble. Me encantaría.



¿Tienes algún nuevo proyecto de género en el horizonte?

He empezado un nuevo proyecto de género de la misma forma que La Sombra del Tiburón. Se llama El Jardín de Té y me tiene entusiasmado. Es el tipo de película de ciencia ficción que me gustaría hacer, con la que llevo muchos años soñando y que sería imposible levantar por cauces tradicionales. Una película de ciencia ficción contemplativa, existencial, filosófica, poética... jajajaja, una película que no va a ver nadie, vamos. Pero con esta renovada libertad e independencia que padezco estos días, me pareció que era el momento perfecto. Ya llevo bastante rodado y estoy muy ilusionado. Ahora, como con La Sombra del Tiburón habrá que esperar unos años para ver si se puede enseñar o no.

Por otro lado tengo algunos proyectos “más formales” que me parecen preciosos y que si salieran los cogería con muchas ganas.

Por último, a la espera de ver si American Star encuentra distribución en España después de su estreno en EEUU y parte de Europa.



¿Película de terror favorita?

La Cosa de John Carpenter.