La Residencia review

Francia, siglo XIX. Teresa llega a esta aislada residencia de señoritas, gobernada con mano dura por Madame Fourneau. En el interior no solo chocará con la rigidez de Fourneau sino también con la dictadura de Irene, una interna convertida en mano derecha de la directora, al mismo tiempo que – aunque todas lo ignoran – un asesino está acabando con las jóvenes que viven en la residencia.

Título original: La Residencia

Año: 1969

Duración: 99 min.

País: España

Director: Chicho Ibáñez Serrador

Guion: Chicho Ibáñez Serrador (Basado en un relato de Juan Tebar)

Música: Waldo de los Ríos

Fotografía: Manuel Berenguer

Reparto: Lilly Palmer, Cristina Galbó, Mary Maude, John Moulder-Brown


Hermosa, gótica, violenta y repleta de sangre.

Durante años, Chicho Ibáñez Serrador había cimentado su fama – creador revolucionario en formatos y en la imagen – y cuando le propusieron adaptar a largometraje una historia de Juan Tebar, que iba destinada a un capítulo de su clásica serie Historias para no dormir, Ibáñez Serrador hizo historia.


Francia, siglo XIX. Teresa llega a esta aislada residencia de señoritas, gobernada con mano dura por Madame Fourneau. En el interior no solo chocará con la rigidez de Fourneau sino también con la dictadura de Irene, una interna convertida en mano derecha de la directora, al mismo tiempo que – aunque todas lo ignoran – un asesino está acabando con las jóvenes que viven en la residencia.

Son muchas las buenas decisiones que Ibáñez Serrador tomó a la hora de rodar La Residencia, las principales fueron rodarla en inglés para llegar al público de otros países y un reparto internacional – aunque esto llevó a algún error de casting – al mismo tiempo que supo rodearse de un grupo de técnicos que dieron lo mejor de sí. Ignoro en qué consistía la historia de Juan Tebar pero Chicho Ibáñez construye un universo cerrado, claustrofóbico, donde parece no entrar la luz del sol o aire fresco. Tal vez la historia se resiente en su parte final, tras una primera mitad repleta de hallazgos, sobre todo porque da vueltas sobre conceptos que ya quedaron claros previamente – el lesbianismo de Irene, la incestuosa actitud protectora de Madame Fourneau sobre su hijo Louis – pero eso no impide que los últimos veinte minutos avancen como un tren desbocado hasta un clímax que sigue funcionando y que, desde entonces, ha sido imitado en multitud de ocasiones.

La mano de Chicho Ibáñez Serrador está presente toda la cinta, al fin y al cabo es conocida su búsqueda maniática de la perfección, y eso se nota en la hermosa y cuidada fotografía de Manuel Berenguer, muy inspirado por el “tono Hammer” imperante en la época, o en la música de su fiel colaborador Waldo De Los Ríos: sus notas son delicadas y recuerdan a un vals, pero atención a como una melodía pegadiza puede transformarse en algo completamente distinto al ser ejecutada con un piano desafinado.


El plantel de actrices es soberbio, comandado por una Lilli Palmer capaz de transmitir dureza o deseo con una sola mirada, Cristina Galbó da cuerpo y mirada a la inocente Teresa, pero es Mary Maude quien se come la pantalla con el personaje odioso y magnético de la interna Irene; Maude se mueve por la película como una sombra amenazadora y violenta, sádica pero demasiado humana. Por el contrario, John Moulder- Brown como el delicado Louis Fourneau, no termina de funcionar dentro de este microcosmos: cierto que su rostro es angelical, pero no es capaz de transmitir ese deseo que su madre frustra una y otra vez.

Es obligatorio ver La Residencia por dos razones:
  1. Descubrir una de las mejores películas del Fantaterror Hispánico.
  2. Es una maravillosa puerta de entrada al universo de Chicho Ibáñez Serrador.
Firma: Javier S. Donate.

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