The Lodgers review


Título original: The Lodgers

Año: 2017

Duración: 92 min.

País: Irlanda

Director: Brian O’Malley

Guion: David Turpin

Música: Kevin Murphy, Stephen Shannon, David Turpin

Fotografía: Richard Kendrick

Reparto: David Bradley, Charlotte Vega, Eugene Simon, Moe Dunford, Bill Milner, Deirdre O’Kane, Roisin Murphy


Un cuento de terror gótico.

Como aquella criatura que sale del oscuro pozo, mirando con sus ojos saltones a derecha e izquierda buscando una presa fácil. Como aquel cuervo negro de las largas noches de antaño que vigila las sombras que el tiempo ha dejado allí. Como aquel infecto amontillado de olor nauseabundo ingerido por aquellas gargantas sedientas del más terrible de los sabores. Como aquellos seres enterrados vivos en inmensos panteones, que confunden la vida y la muerte en la más profunda de las desesperaciones.


Como todo eso emerge un guion, obra de David Turpin, que bebe de la literatura del siglo XIX y principios del XX y que marca esta curiosa película llena de romanticismo y un disimulado terror. No en vano Turpin es profesor de literatura irlandesa y eso se nota desde el minuto uno. No escatima la apropiación o quizás homenaje, de los elementos cruciales en los principales autores de esa época. Una generación de escritores y dramaturgos que llegó a hacerse universal.

Otra cosa es la forma de llevarlo a la pantalla. El responsable de ello es Brian O’Malley, que ya nos ofreció en 2014 la sangrienta Let Us Prey (review). La diferencia en cuanto a calidad es de destacar, abandonando aquella manera tan simple y plana de rodar para adentrarse en una obra harto más compleja.

Como ya hemos indicado el screenplay en The Lodgers es decisivo, pero hay que decir que O’Malley ha sabido plasmar lo mencionado en él haciéndolo suyo a través de una atmosfera barroca y decadente. Por otra parte, la comparación con el film The Innocents de Jack Clayton es inevitable aunque injusta ya que se trata de productos muy diferentes, el último que he mencionado no tan influido por las letras a pesar de que en el guion contamos con William Archibald y Truman Capote.

Ambientada en la zona rural de Irlanda en 1920, este relato gótico evoca las historias espeluznantes de Rachel y Edward en un cuento de gemelos adolescentes que viven en una mansión embrujada bajo la sombra de una maldición familiar.

La reiteración de las situaciones hace que baje en cierta manera el resultado final, abandonando lo que podría haber sido una obra espeluznante para llegar a un producto correcto que se sustrae de situaciones perturbadoras o que, como mínimo, nos hagan pasar miedo. Quizás en este aspecto pese excesivamente ese romanticismo que indicamos al comenzar.

Que nos quedemos fascinados con lo que aparece en pantalla es culpa de Richard Kendrick a través de una fotografía que coge algo de ambos mundos. El de la mansión a través de un tono más bien frío y azulado, casi fantasmagórico, y el del mundo rural, mucho más alegre y colorista.


En las interpretaciones tenemos a la actriz británica nacida en Madrid: Charlotte Vega (Mi Otro Yo y Velvet), David Bradley (Juego de Tronos y Harry Potter), Eugene Simon (Juego de Tronos y Ben-Hur) y Bill Milner (Dunkerque y X-Men: Primera Generación).

Una película para los amantes de los films con algo de misterio sin llegar a aterrorizar. Su máxima virtud es su polivalencia aunque se torne en defecto si el que se decide a verla opta por lo más salvaje y extremo.

Firma: Josep M. Luzán.
@Josep_Luzan