Airborne review


Título original: Airborne

Año: 2012

Duraión: 78 min.

País: Reino Unido

Director: Dominic Burns

Guión: Paul Chronnell

Música: Matthew Williams

Fotografía: Alessio Valori

Reparto: Mark Hamill, Craig Conway, Billy Murray, Sebastian Street, Simon Phillips


Antes de meterte en un avión, observa a tus compañeros de viaje.

A medio camino entre el thriller y el terror, se nos presenta Airborne. Interesante película del joven Dominic Burns, en la cual pone toda su energía para ofrecernos un producto bien acabado, con aires de súper producción hollywoodiense, cosa bastante meritoria viendo el presupuesto aproximado con el cual partía, que eran unos 1,2 millones de dólares.

Casi toda la historia se desarrolla dentro de un avión, como supongo habréis adivinado, lo cual añade, a mi parecer, un plus de dificultad en el rodaje que hace que la opinión sobre la misma adquiera tintes más que positivos. Tampoco quiero decir con esto que sea una obra maestra, pero se mueve con soltura en esa, siempre difícil, mezcla de géneros, entre los cuales añadiría, además de los mencionados, el de cine de desastres tipo los de la saga Aeropuerto.

Se antoja un tanto difícil hoy en día, en la época de la racionalización de los recursos, imaginar que un vuelo transoceánico lleve a unos escasos 12 pasajeros y a la tripulación. Seguramente, en la vida real, tendrían que haber hecho el viaje en patera. Pero bueno, esto es cine, y aquí no hay racionalización que valga, vale todo, incluso que en medio del vuelo salgan armas de fuego por doquier, además de cuchillos y otros artilugios, cuando por propia experiencia sabemos que si pasas una horquilla del pelo, se te cae el ídem. Quiero decir con todo esto que la historia no es muy creíble, aunque, quién hoy en día se atreve a decir que algo es normal o no lo es, yo no desde luego.

Imaginar por un momento que os vais de vacaciones a un lugar idílico. A unas cuantas horas de vuelo de vuestra ciudad. Os relajáis, el viaje se hará eterno. Intentáis dormir. Seguid imaginando. Por el pasillo central veis un tío con un pasamontañas y una metralleta en la mano. Empieza a gritar en una lengua extraña. Casualmente solo te mira a ti y te señala con el dedo. Se me ocurre lo que podéis sentir en ese momento. No os serviría ni el conocido “tierra, trágame”, recordad que estáis a unos 12.000 metros de altura. Entonces, ¿qué hacéis?, ¿rezar? Creo que lo que no harías nunca es ponerte chulo y plantar cara. En el caso que nos ocupa hasta las azafatas se apuntan a un bombardeo, así acaba la cosa.

En medio de una gran tormenta de nieve, y mientras el resto de salidas de un solitario aeropuerto han sido canceladas, el vuelo 686 de Londres a Nueva York decide partir. Pronto los pasajeros se dan cuenta que la nave ha caído a manos de unos secuestradores, los cuales deciden eliminar a los pilotos. Ante tal situación tendrán que tomar una determinación, aunque ésta sea un poco autodestructiva.

El análisis técnico de esta cinta lo podríamos empezar, para variar, con el guión. Es muy correcto, sin ninguna sorpresa, pero efectivo. Las situaciones que provoca la trama son bastante estereotipadas, aunque el desarrollo completo de la historia es bastante original y se mueve perfectamente en el vaivén de estilos comentado anteriormente. Sin duda la adecuada dirección de Dominic Burns, que dicho sea de paso tiene un pequeño cameo en el papel de Bob, tiene la culpa. Las interpretaciones son bastante desiguales. Por un lado tenemos grandes actuaciones, como las de Craig Conway que interpreta a Luke y Simon Phillips como Alan, junto con otras de lo más normales y, a mi parecer, poco creíbles. Mención aparte merece nuestro queridísimo Mark Hamill, Luke Slywalker para los amigos, para el que parece que no pasan los años. No obstante el papel que le toca interpretar, Malcolm, no es de lo más sublime, quizás ya no esté para muchos trotes. De la fotografía de Alessio Valori, destacaría el tono algo oscuro y opaco en toda su duración, cosa que suma como un atractivo más de la película. La escasa música destaca por su precisión y decisión con la que resalta los momentos más importantes de la acción. En resumen, estamos ante una obra que aprovecha cada recurso que posee, podríamos decir que exprime hasta la última gota lo que tiene en su mano, y eso es de alabar.

Aunque quizás se quede a medias de todo, por poner alguna pega, puede gustar a un amplio abanico de público. Sea cual sea su preferencia creo que saldrá satisfecho tras su visionado y habrá pasado un buen rato. Algunas veces, y según el estado de ánimo, es preferible eso a volver a casa intentando digerir productos más complejos. He dicho algunas veces, que conste.

Firma: Josep M. Luzán.