Entrevista a Javier Trigales, Rubén Sánchez Trigos y Raúl Cerezo, guionistas de Viejos


Cuando Raúl Cerezo tuvo la idea de un cortometraje protagonizado por un anciano y su familia no podría imaginarse que iba a tener lugar una travesía por el desierto de nueve años. Con la llegada de Javier Trigales al proyecto, la idea se convirtió en el guion de un largometraje que en el año 2016, gano el Pitchbox Sitges al mejor proyecto. Años después de un montón de reescrituras e ideas desechadas, por fin Viejos consiguió financiación y ambos guionistas contactaron con Rubén Sánchez Trigos para ayudarles a darle forma final.

Aprovechando que la película codirigida entre Raúl Cerezo y Fernando González Gómez se estrena en Amazon Prime por Halloween, nos hemos sentado con los tres guionistas para saber más sobre aquella historia, las ideas locas que desecharon, tramas perdidas y cambios que hicieron a favor de la película aunque les costase mucho “mutilar” a su hijo.



Raúl, siempre has dicho que Viejos empezó como un cortometraje.

Raúl Cerezo: me acuerdo que se llamaba Los ancianos y el cortometraje era solamente una secuencia, cuando el viejo dice a la familia “vais a morir todos” y estos no entendían qué quería decir pero cuando se asomaban a la ventana se encontraban a los ancianos liándola. Como lo moví para que se uniera mi equipo y gustaba tanto, vi que daba para un largo y se lo pasé a Javier para que me diera Feedback. ¡Hace más de nueve años!



¿Cómo trabajasteis la historia?

Raúl Cerezo: con Javi ya he hecho varias cosas y básicamente charlamos mucho y nos ponemos en plan “esto sí, esto no”. Cuanto tenemos varias cosas alineadas, uno escribe. A mí es que me gusta el trabajo en equipo, tu puedes tener la idea de un maquillaje y el maquillador hacerte algo mil veces mejor. ¿Qué hubiera sido de Alfred Hitchcok sin Bernard Herrmann?

Javier Trigales: miles y miles de wasap, mensajes de voz, quedadas por meet y yo escrbía cuando teníamos claras algunas partes. Con eso lo volvíamos a hablar una y otra vez hasta cerrar un bloque y quedarnos satisfechos, luego volvíamos a lanzar las ideas para las partes siguientes. Para este tipo de trabajo nosotros utilizamos mucho la palabra “planchar”, escribir un guion consiste en planchar y planchar.

La primera versión era muy austera, fue antes de que Raúl se enamorase del último tercio y se dedicase a meter cosas. Este primera versión terminaba con el personaje de Naia mirando al cielo y aparecían las luces.



Lo bueno de esta primera fase es que no hay cortapisas de ningún tipo para las ideas, ¿Hubo algo especialmente absurdo que luego desapareciese?

Raúl Cerezo: había una idea muy loca que la quitamos por la película Verónica de Paco Plaza, porque nosotros teníamos un eclipse y en Verónica salía uno. Naia y J, los jóvenes de la peli echaban un polvo histérico en un callejón influidos por el eclipse, mientras las sombras se alargaban y tal. Lo escribimos en plan “arty” para epatar pero ahora pienso en esa secuencia y creo que era más por molar y estar ahí que otra cosa. Era algo muy ridículo que ya no está gracias a dios.

Javier Trigales: luego estaba el tema de las arañas que era algo muy loco. Hay un momento en Viejos en el que el personaje de la joven, Naia, se queda dormida mientras pasan muchas cosas alrededor. En uno de los guiones iniciales, una araña entraba en la habitación mientras dormía, subía a la cama y terminaba por meterse en la boca de Naia, quien se despertaba y no sabía si lo había soñado o no. A partir de ahí lo hilábamos con una trama demencial en la que unas arañas metálicas también formaban parte de la invasión.

Raúl Cerezo: la película estaba llena de arañas escondidas y como dice Javi, aparte de los ancianos los extraterrestres mandaban arañas que se metían en humanos para que ayudaran a los viejos. El plano final de la película era que se le caía la cara a Naia y era como una araña metálica. ¡Y este final estuvo años! (risas)

Javier Trigales: pero esta subtrama que nos molaba, al final enturbiaba mucho. Las cosas había que hacerlas más sencillas y reconducirla, por eso entró Ruben a poner un poco de orden.


Rubén, ¿Qué te dicen Raúl y Javier cuando se ponen en contacto contigo?

Rubén Sánchez Trigos: me dejaron leer el guion sin comentarme cuáles eran los problemas que ellos veían, y ya en la primera reunión que tuvimos le dije que había dos películas en una. La primera era la que todos conocemos con un lore building muy interesante aunque hubiera arañas, era tanto ciencia ficción como fantasy, luego había una segunda parte donde todo se desmelenaba y pasábamos de Señales al Dawn of the dead de Zack Snyder por el nivel apocalíptico.

Me encantó leerlo, me lo pasé estupendo, pero me dije que aquello no se podría hacer por cuestión conceptual, era una película inviable de escenarios apocalípticos. Nos podemos fijar en Treinta monedas de Alex de la Iglesia, pero es una excepción y no la norma.

Yo me estaba acordando de una película apocalíptica española de 1976, Último deseo, dirigida por León Klimowsky, coescrita por Vicente Aranda. Dicho por sus responsables, fue un cadáver de película, ves qué quieren hacer y se queda en un quiero y no puedo. Va sobre una explosión automática, hay gente que se queda ciega y pierden la cabeza aunque no queda muy claro. Toda la segunda parte de la película es una Noche de los muertos vivientes con gente atrincherada y personas ciegas intentando entrar. Siempre que me hablaron de ese proyecto reconocían que intentaron hacer algo que era imposible rodar, el espectador percibe que son los restos de un naufragio. Corrígeme Raúl pero hubo productores que se echaron atrás de Viejos por la segunda parte.

Raúl Cerezo: había coches explotando, camiones derrapando con viejos saltando encima.

Rubén Sánchez Trigos: un Madrid apocalíptico a plena luz del día. Cuando entré en el proyecto tuvimos una etapa muy intensa porque ya había cerrada una fecha de rodaje que como mucho se movió de enero a marzo. Una cosa que me dio mucha pena eliminar fue el asilo, ese preclímax con el apocalipsis desatándose. Hubiera sido una fiesta.



¿En qué consistía la secuencia del asilo?

Raúl Cerezo: el ataque de la casa era mucho más excesivo y tanto Naia como su padre bajaban hasta el portal, una secuencia gigantesca en la calle con gente muriendo, coches ardiendo y terminaban en un callejón donde se meten por una puerta de emergencia creyendo que estaban a salvo. Pero no, se habían metido en la residencia. En estas versiones de guion, la residencia que aparece en la película estaba muy cerca de la casa familiar, y allí había una oleada de viejos que les perseguían y mataban al personaje de Gustavo Salmerón. Serian 30 o 40 minutos de acción, y muchas productoras decían que les encantaba la película hasta ese final porque era excesivo. Pero claro, Javi y yo estábamos enamorados de todo eso y costaba eliminarlo.

Y recuerdo que Rubén dijo: “veo el problema del asilo, me lo he pasado muy bien leyéndolo pero hay que reconducir el tema de la historia”. Es como si La semilla del Diablo, al final se convierte en Errementari de Paul Urkijo.



Rubén, vienes a imponer un poco de orden entre tanto viejo…

Rubén Sánchez Trigos: suena un poco como el tío aburrido que viene a poner orden a los sobrinos. Se hicieron varias versiones con cosas muy locas que nos hubiera gustado mantener, el clímax se reescribió un montón de veces. Llegó un momento en que íbamos “planchando” el guion de principio al final, y donde solo reescribíamos las ultimas 20 páginas.

Javier Trigales: se intentó reconducir todo el clímax del asilo llevándolo al garaje del propio edificio. Funcionaba bien pero terminada siendo excesivo, ya no era cuestión de ser más o menos caro sino de no traicionar el tono de la película…

Raúl Cerezo: nos encanta el terror cotidiano, coger un parking madrileño y que se vuelva muy loco, tengo esa espinita por hacer del parking o de los trasteros que creo que son puro género. Era como usar el parking, el bar, el trastero para el terror. Tal como lo tenemos ahora todo el mundo nos dice que el final era un locurón, así que imagínate rodando lo que teníamos escrito.

Rubén Sánchez Trigos: había una cosa que simplificó mucho las cosas al eliminarlo, que era el tema de los aliados a los que controlaban las arañas que se les metían en el cuerpo. Ahora tenemos una posesión alienígena de viejos, pero antes teníamos también poseídos a jóvenes o a personas de mediana edad como el director del asilo. Hubo una versión de guion en el que la protagonista se escapaba con su novio en una moto del ataque de los viejos y de pronto Naia sacaba un cuchillo con el que mataba a J, la moto se estrellaba y Naia se unía a los viejos, me dio pena pero al final escribir es renunciar.



¿Y entonces a cuánto del rodaje conseguisteis la versión final?

Raúl Cerezo: uf, a nada, a 10 días.

Javier Trigales: y alguna cosa se reescribió durante el rodaje.

Raúl Cerezo: a mucha gente le parece raro pero yo involucro a los guionistas incluso en el rodaje. Si son parte de la historia ¿por qué no pueden estar ahí?

Rubén Sánchez Trigos: fue muy intenso porque mientras estaba toda la reescritura de Viejos, también edité mi novela Bajo el barro y escribía el cortometraje La luz de Iago de Soto. Nos retroalimentábamos la creatividad porque nos juntábamos por la noche para trabajar.

Javier Trigales: e incluso hicimos un meet con los protagonistas jóvenes para adaptarles el dialogo, porque escribíamos textos de veinteañeros desde los cuarenta y mucho.



De lo que se ha cortado del guion en todos estos años, ¿Qué fue lo que más pena os dio?

Raúl Cerezo: yo voy a decir un tópico, la residencia de ancianos. Cada vez que me acuerdo de ella creo que la gente hubiera flipado, rompía el tono pero teníamos una secuencia súper emotiva entre padre e hija, dos personajes que apenas se han aguantado durante la película y al final él se sacrifica por Naia. La tengo planificada en la cabeza, muy oscura pero con tonos verdes que venían de las naves espaciales…

Rubén Sánchez Trigos: hay una escena que ya estaba en el guion de Raúl y Javier, cuando el abuelo se pierde en la película y le encuentran en la azotea. EN una versión anterior, el abuelo no reaparecía en la azotea sino en un sitio lleno de gatos y transistores; era una escena súper creepy.

Raúl Cerezo: se quitó por presupuesto, había que llevar un montón de gatos.

Rubén Sánchez Trigos: y eliminar localizaciones que solo aparecían una vez, como esta.

Javier Trigales: voy a coger una cosa pequeñita que parece muy tonta, pero que explica muy bien lo que es un guion y con cada cosa que cambie llega un efecto mariposa. Es otra vez la escena de la azotea, que duraba tres segundos más ya que Naia se desmayaba tras encontrar a su abuelo. Pero eso nos llevaba a explicar mucho, añadir escena de Naia en el medico y por ese pequeño plus del desmayo, te obligaba a crear secuencias que no aportaban nada. Yo siempre digo que el momento más duro y más bonito a la vez es el de pulir y quitar, cuando dejas solo lo esencial.



¿Cuál ha sido vuestro último descubrimiento en el género del terror?

Raúl Cerezo: yo voy a ser muy típico, pero es Talk to me de los hermanos Phillippou, porque me ha parecido una película que se va a quedar para siempre. Siempre voy como muy frio cuando viene un “bombazo” y al principio me dije “esto no funciona”, pero cuando llegan las secuencias de la posesión ya sabes que es distinto. Está muy bien todo lo de la mano, pero también tiene un elemento dramático que no enturbia el terror.

Javier Trigales: La mía es The appoinment, una película televisiva inglesa de 1982, dirigida por Lindsey C. Vikers que dura como sesenta y pico minutos. Tiene una atmosfera extrañísima, nunca sabes qué está pasando, se habla de una maldición pero luego es la historia de una familia, se habla de sueños premonitorios acerca de un accidente. No se parece nada a algo que haya visto.

Rubén Sánchez Trigos: Me tiene muy obsesionado una cosa que acabo de descubrir, un creepy pasta de internet como son las Black Rooms, fake news sobre gente que ha desaparecido. Yo invito a la gente que se ponga una a las doce de la noche a oscuras. Pero si hablamos de películas diría Hell House LLC de Stephen Cognetti; me habían comentado que era material de derribo pero al verla me dije que era creepy porque soy muy obseso de las atracciones, y lo combina con momentos muy efectivos que es algo difícil de encontrar.