Título original: Okamuro San
Año: 2022
Duración: 73min.
País: Japón
Director: Yukito Matsuno
Guion: Yukito Matsuno
Fotografía: Yukito Matsuno
Reparto: Reika Yoshida, Yuuki Byrns, Naomasa Musaka, Seira Anzai, Yukito Matsuno
El film con más decapitaciones que se recuerde.
Aviso a lectores, esta obra es solo apta para espectadores sin complejos que se quieran divertir, se recomienda estar bien acompañado y como reto colectivo propuesto a modo de juego por su propio director, el joven Yukito Matsuno ir contando decapitaciones, ya os aviso, es fácil perder la cuenta.
Unos jóvenes que se encuentran de acampada están de cachondeo y entre broma y broma juegan con fuego y terminan por desatar una terrible maldición que no solo les costará su suerte, sino la de todos los ciudadanos de Japón que tendrán que lidiar con una prohibición que algunos solo creerán cuando ya sea demasiado tarde.
La productora YABAI-ZE! JAPAN EDGE vuelve a la carga en su cruzada por recuperar la versión más gamberra y sangrienta del J-Horror, en este caso con una pequeña producción que cumple de sobras con su cometido, la de divertir y entretener, y es que en sus escasos casi ochenta minutos va directo a su objetivo con lo que tenemos un festín de decapitaciones y sangre en CGI desde el inicio prácticamente, sin rodeos ni historias densas que no nos interesan en estas obras, sangre, sangre y más sangre.
El responsable principal de este proyecto en calidad de director, guionista, responsable de los efectos especiales y de la fotografía e incluso con una aparición como actor es Yukito Matsuno, quien vuelve a demostrar que con gran perseverancia se puede tirar adelante pequeños proyectos con buenos resultados.
Como comentaba es de agradecer que en estas obras la historia sea ligera y directa, pero es que además en este caso, comparte un aire o concepto pandémico que me parece realmente interesante especialmente viniendo de dónde venimos, es como disfrutar al ver quien se va a contagiar, solo que en este caso, de estupidez extrema en que le va a hacer perder la cabeza literalmente.
Honestamente pocos peros se le pueden encontrar a una pequeña obra que tiene un destino tan claro como el de la diversión, y es que es carne de maratón en festivales donde sepan pasarlo bien, si tenéis oportunidad esta es una obra para vitorear y celebrar los salpicones. Añadir que sin resbalones por la sangre el director no le da suficiente tiempo a ningún actor en pantalla como para que cante lo suficiente además cumple con la norma no escrita pero bien deseada de ir de menos a más y nos regala unos quince o veinte minutos finales increíbles, podemos decir, que se pasa en un suspiro.
Firma: Gerard FM.
@tmagerard
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