The Last Man on Earth review

Robert Morgan es el último hombre vivo sobre la tierra, el único que sobrevivió al virus que convirtió la humanidad en monstruos sedientos de sangre. En una perpetua lucha por la supervivencia, Morgan investigará la causa de esta mutación y, tal vez, encuentre una cura.

Título original: The Last Man on Earth

Año: 1964

Duración: 86 min.

País: Estados Unidos

Director: Ubaldo Ragona, Swidney Salkow

Guion: Richard Matheson, William F. Leicester, Furio M. Monetti

Música: Paul Satwell, Bert Shefter

Fotografía: Franco Delli Colli

Reparto: Vincent Price, Franca Bettoia, Giacomo Rossi Stuart


Ideas interesantes entre momentos irregulares.

Desde su publicación en 1954, Soy Leyenda de Richard Matheson abrió un camino que, desde entonces, se ha utilizado en muchas ocasiones: el análisis científico de un hecho o criatura sobrenatural, intentando despojarle de toda su mística para reducirle a fuerzas externas como, en este caso, un virus que provoca el vampirismo.


Robert Morgan es el último hombre vivo sobre la tierra, el único que sobrevivió al virus que convirtió la humanidad en monstruos sedientos de sangre. En una perpetua lucha por la supervivencia, Morgan investigará la causa de esta mutación y, tal vez, encuentre una cura. 

Pero tal vez Robert Morgan no sea la última persona viva en la tierra.

The Last Man on Earth tiene ese aire a proyecto bizarro que solo puede dar alegrías: coproducción italoamericana, rodada en dos países – Roma simula ser una ciudad estadounidense – con dos directores de encargo como Ubaldo Ragona y Sidney Salkow, un elenco de actores y actrices italianos tras una estrella del terror como Vincent Price… Y sin embargo, la película resulta demasiado gris a pesar de tener muy buenos momentos.

La dirección a cuatro manos es correcta, pero que algo sea correcto no significa que esté bien: The Last Man on Earth se nota falta de pasión, todo es plano y el espectador sigue las aventuras y desventuras de Robert Morgan sin implicarse. No solo achacaría esta falta de interés a la dirección sino también al guion de William F. Leicester, Furio M. Monetti y el propio Richard Matheson que obligó a cambiar su nombre en los títulos de crédito por Logan Swamsong (la canción del cisne, muy poético), ya que una voz en off omnipresente y monótona cuenta exactamente lo que se ve en pantalla, quitando impacto a los acontecimientos debido a esa voz desidiosa de Vincent Price.


Y es que la elección de Vincent Price para interpretar a Robert Morgan resulta un error que echa por tierra cualquier hallazgo que tenga The Last Man on Earth ya que convierte a este hombre desesperado en un oficinista gris que ve pasar los días desde la mesa de su despacho: se levanta, hace café, fabrica estacas de madera, luego monta en el coche y se marcha en busca de vampiros como quien va a por la compra al supermercado. Más acertada, por ese fuego italiano que arde tras sus ojos, está Franca Bettoia como Ruth mientras Giacomo Rossi Stuart, que interpreta al peligroso vecino Ben Cortman, se deja ver.

Pero entonces ¿Merece la pena esta primera adaptación de Soy Leyenda? La respuesta es SI por 3 razones:
  1. La sucia fotografía de Franco Delli Colli se aprovecha de esas calles vacías y el humo perpetuo para darle a las imágenes un aire amenazador. Atención a los planos del agujero humeante donde tiran los cadáveres.
  2. La persecución final, que recuerda a la que James Whale rodó para su Frankenstein de 1931. Atención a que los perseguidores visten camisas negras y recuerdan a los seguidores del fascio de Mussolini.
  3. George A. Romero rodó su mítica The Night of Living Dead, como una adaptación apócrifa de Soy Leyenda, ya que no podía permitirse pagar los derechos de autor, y los ataques nocturnos de esta película se pueden intuir en los que rodó Romero pocos años después.
Es irónico que el último hombre vivo sea el origen del zombi moderno.

Firma: Javier S. Donate.

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