Entrevista a Jaume Balagueró, director y guionista de Los Sin Nombre


Hablando de Los Sin Nombre veinte años después.

Venías de dos cortometrajes muy siniestros que fueron Alicia y Días sin Luz y de alguna manera continuaste tu universo en Los Sin Nombre.

La novela de Ramsey Campbell en la que está basada la película tiene una serie de elementos con los que conecté al leerla, es muy curioso porque cuando me encontré la novela en una librería, conecté enseguida con la sinopsis: una madre que pierde a su hija y que cinco años después recibe una llamada de su hija. Al leerla encontré todos esos elementos que son muy perturbadores, sectas, la maldad viviente como algo esencial.


Para escribir el guion, ¿qué añadiste o quitaste de la novela de Ramsey Campbell?

Por ejemplo cambié el desenlace, ya que la novela es profundamente oscura y siniestra pero su final es demasiado luminoso. Quise cambiarlo y creé ese final tan devastador, pero hay más cambios ya que hay personajes distintos… Lo que yo cojo de la novela es el espíritu, los personajes de la madre y la hija. No tanto la historia sino la atmósfera.


Hablando de atmósfera, el diseño de producción de Matías Tika es sorprendente por lo siniestros que resultan todos los interiores.

Rodamos todo lo que pudimos en interiores naturales. Antes del rodaje hice una visita al hospital del tórax en Barcelona, que es un hospital abandonado de los años sesenta y tiene muchas leyendas. Es un hospital gigantesco. Recuerdo esa visita muy claramente, hicimos muchísimas fotos, hay habitaciones repletas de objetos abandonados. Queríamos mantener ese espíritu y por eso muchas de las secuencias están rodadas en esos mismos lugares, y ahí la función de Matías Tika fue muy importante ya que adaptaba los escenarios a lo que necesitábamos pero manteniendo esa pátina de desasosiego. También rodamos en otro hospital abandonado en Calafell, también tremendo y al borde de una playa. Todo el final de la película se rodó en un hotel abandonado y lo que nos inspiraba era lo que encontrábamos en esos escenarios, por ejemplo el hotel fue abandonado de forma drástica, seguramente era navidad porque todavía estaban las mesas puestas y había guirnaldas colgadas, y nadie se ocupó de quitarlas.


La fotografía de Xavi Giménez es también vital en Los Sin Nombre.

No sé si era la primera película de Xavi o una de sus primeras, dentro de la industria, luego se ha convertido en un director de fotografía de referencia. Xavi Giménez tiene esa capacidad para crear desasosiego, no hay sol en toda la película porque queríamos una atmósfera plomiza y una textura muy lavada.


Los Sin Nombre fue a contracorriente del cine de género de esa época, con el revival del slasher gracias a Kevin Williamson. ¿En algún momento te planteaste rodar un slasher como tu ópera prima?

No, porque no es un género que me interese como director. Nunca haría un slasher y menos de ese tipo de caras conocidas y cómo se van muriendo. Siempre me planteé contar una historia desde el punto de vista del suspense, de la intriga, quizás en el origen como referencia – desde la humildad y lo relativo – estaba Seven de David Fincher, una obra maestra grandiosa e inmortal, porque me gustaba como mezclaba el suspense, thriller, la intriga, el horror.


Vamos a imaginarnos que viajas al pasado y te encuentras contigo mismo antes de rodar Los Sin Nombre. ¿Qué consejos te darías?

Le diría cosas muy concretas, cómo afrontar la película con lo que he ido aprendiendo año tras año, porque el cine es un aprendizaje continuo. Evidentemente cuando hice esa película mis conocimientos eran muy básicos y había muchas cosas que no sabía. Si yo pudiera viajar en el tiempo me diría “no, no lo hagas así. Ruédalo así. Trabaja esto que te va a servir, enfoca aquí, de esto no te preocupes”, un poco revertir el proceso natural en el que tu aprendes.


¿Cuál es tu película de terror favorita?

No existe, porque tengo mil películas de terror favoritas.