Sleepless Beauty review

Mila es una joven que no se da cuenta de que está siendo vigilada 24/7 y que es secuestrada al llegar a su casa. Se despierta en una especie de nave industrial. Los secuestradores le imponen una serie de reglas, entre las cuales está la prohibición de dormir. Para que eso no ocurra cuentan con la colaboración de un guardián algo violento, con el cual no llega ni a tener el síndrome de Estocolmo. Mila no sospecha que es la víctima de un despiadado experimento.

Título original: Sleepless Beauty

Año: 2020

Duración: 84 min.

País: Rusia

Director: Pavel Khvaleev

Guion: Aleksandra Khvaleeva

Música: Erase Me

Fotografía: Pavel Khvaleev

Reparto: Polina Davydova, Andrey Tereshenko, Sergey Shegolsky, Evgeniy Gagarin, Olivia Indik, Sergey Topkov


¡Bienvenidos al más puro terror!

Podríamos definir Sleepless Beauty, que traducido sería La Bella Insomne, como la cara B de un vinilo que contiene en su anverso un cuento tan tradicional como Sleeping Beauty (La Bella Durmiente), cuya princesa protagonista se pasa cien años planchando la oreja. La infeliz protagonista del film que nos ocupa tampoco está tanto tiempo sin dormir, pero sí el suficiente para perder la cordura.


Mila es una joven que no se da cuenta de que está siendo vigilada 24/7 y que es secuestrada al llegar a su casa. Se despierta en una especie de nave industrial. Los secuestradores le imponen una serie de reglas, entre las cuales está la prohibición de dormir. Para que eso no ocurra cuentan con la colaboración de un guardián algo violento, con el cual no llega ni a tener el síndrome de Estocolmo. Mila no sospecha que es la víctima de un despiadado experimento.

Estamos ante una película con un guion bastante retorcido y que parece una mezcla entre Saw (James Wan, 2004) y Martyrs (Pascal Laugier, 2008) lo cual en principio tiene buena pinta, sobre todo para los amantes de lo retorcido y terrorífico, pero, estabais esperando esto ¿a qué sí?, esta mezcla no sale todo lo redonda que cabría esperar. En primer lugar porque estamos hablando de dos hitos del cine de terror de principios del nuevo milenio que cuesta superar. Por otro lado cierta ambigüedad narrativa que hace que no sepamos muy bien hacia dónde nos quiere llevar Pavel Khvaleev, adoleciendo en nuestra opinión de la mala leche necesaria para poder comparar esta obra con las antes mencionadas. Esta falta de contundencia disminuye bastante nuestro entusiasmo, que habría llegado a cotas más altas si se hubiera decantado más por la variante más terrorífica, gore o como la queráis llamar. En contra de esto, tira más por la parte más psicológica que tampoco nos acaba de convencer.

No quiero que penséis que es una obra menor, al contrario, su visionado es muy agradable y de escenas escabrosas hay unas cuentas, eso sí, rodadas a la manera de su director que cuida hasta el más mínimo detalle, quedándole todo muy chulo pero algo frío, cosa que en esta ocasión no le penaliza, ya que resalta la parte más impersonal de un experimento que ni en nuestros peores sueños hubiéramos imaginado.


Vamos con las interpretaciones. Encabeza el reparto Polina Davydova (III: The Ritual) en un papel en el que da rienda suelta a todo un arsenal interpretativo. Le secunda Evgeniy Gagarin al cual, por desgracia, no le podemos ver la cara con lo que solo podemos admirar su lenguaje corporal.

Sleeplees Beauty es una cinta con algún altibajo pero que consigue sobradamente una de las premisas por las cuales asistimos a las salas de proyección, que no es otra cosa que pasárnoslo bien. Con eso creo que ya está todo dicho.

Firma: Josep M. Luzán.
@Josep_Luzan

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