Black Box review

Tras un terrible accidente que acabó con la vida de su mujer, Nolan intenta rehacer la vida junto a su hija Ava. Las secuelas del accidente dejaron dañada la memoria de Nolan y tal vez el tratamiento experimental de la doctora Lillian Brooks pueda ayudarle… ¿O será hundirle en la locura?

Título original: Black Box

Año: 2020

Duración: 100 min.

País: Estados Unidos

Director: Emmanuel Osei-Kuffour

Guion: Wade Allain-Marcus, Stephen Herman, Emmanuel Osei-Kuffour

Música: Brandon Roberts

Fotografía: Hilda Mercado

Reparto: Mamoudou Athie, Phylicia Rashad, Charmaine Bingwa, Donald Elise Watkins, Amanda Christine, Tosin Morohunfola


Sinapsis mentales y gotas de terror.

Es curioso, todo va por ciclos, los temas van y vienen regularmente. Debe ser la época del mundo “cerebro hecho polvo” porque Black Box coincide en el tiempo con la hipnótica Come True de Anthony Scott Burns, junto a la agobiante Possesor de Brandon Cronemberg. En las quinielas, Black Blox sería la hermana pequeña que aún no ha revelado sus talentos.


Tras un terrible accidente que acabó con la vida de su mujer, Nolan intenta rehacer la vida junto a su hija Ava. Las secuelas del accidente dejaron dañada la memoria de Nolan y tal vez el tratamiento experimental de la doctora Lillian Brooks pueda ayudarle… ¿O será hundirle en la locura?

El debut en el largo de Emmanuel Osei-Kuffour muestra algo interesante: la ambición al mezclar diferentes temas como la pérdida, las relaciones humanas, la tecnología y los peligros que conllevan las manos que utilizan esta. Pero esa ambición, que funciona de forma correcta en el manejo de la cámara – sin grandes aspavientos ni estridencias –, choca de frente con la historia que quiere contar. En el guion escrito a seis manos entre Wade Allain-Marcus, Stephen Herman, Emmanuel Osei-Kuffour tiene aciertos a la hora de presentar la nueva tecnología, el espectador lo entiende sin grandes problemas, pero falla a la hora de caracterizar a los personajes. El protagonista es maravilloso, su hija un encanto, lo mismo que sus amigos, mientras el “antagonista” ejerce el terror allá por donde pase.

Los escasos toques de terror – sorprenden que siendo una producción Blumhouse no tenga más – son los mejor de una película que se avanza sin problema pero que deja poco resto en la memoria; qué ironía si hablamos de una película que trata justamente acerca de recuperar los recuerdos.


Todo en Black Box es demasiado convencional y solo brilla en el mundo de los recuerdos y en el giro predecible, pero muy agradecido; la fotografía de Hilda Mercader, al igual que el resto de la película, se luce en las secuencias de terror pero resulta plana el resto del metraje.

El casting, compuesto exclusivamente por afroamericanos, se maneja de forma correcta, destacando la clásica Phylicia Rashad ya que el resto se dedica a poner los gestos que indica el guion. Mamoudou Athie encarna al sufrido protagonista y no es capaz de transmitir su terror al espectador, algo que si logra su contrapartida Donald Elise Watkins. Charmaine Bingwa y Tosin Morohunfola aparecen cuando toca y poco más. Y dejo para el final a la presencia infantil de Amanda Christine, como la niña Ava. La presencia de niños en películas es como arrecifes a los que evitar, y para mi Amanda Christine es como una bomba de profundidad en Black Box: revienta todos los momentos en que aparece.

¿Es Black Box una mala película? No, pero resulta convencional y el espectador podrá adivinar los giros antes que lleguen.

Firma: Javier S. Donate.

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