Aquaslash review

El parque acuático Wet Valley es invadido por los jóvenes graduados del instituto local. Durante dos días habrá mucho alcohol, drogas, sexo (si se tercia) y mucha, mucha agua, pero un psicópata tiene otros planes: dos afiladas cuchillas en forma de X, colocadas en uno de los tubos, esperan pacientemente a los primeros bañistas.

Título original: Aquaslash

Año: 2019

Duración: 71 min.

País: Canadá

Director: Renaud Gauthier

Guion: Renaud Gauthier

Fotografía: Derek Branscombe

Música: Bruce Cameron, Renaud Gauthier, Mortadelle

Reparto: Nicolas Fontaine, Brittany Drisdelle, Nick Walker, Madeline Harvey, Paul Zinno


Vacaciones infernales (con mucho sexo).

Como fan total de los parques de atracciones siempre he pensado que cuando nos enganchamos los arneses, antes que la montaña rusa se ponga en marcha, de alguna forma es como echarle un pulso a la muerte. En Aquaslash ocurre algo parecido pero en bañador.


El parque acuático Wet Valley es invadido por los jóvenes graduados del instituto local. Durante dos días habrá mucho alcohol, drogas, sexo (si se tercia) y mucha, mucha agua, pero un psicópata tiene otros planes: dos afiladas cuchillas en forma de X, colocadas en uno de los tubos, esperan pacientemente a los primeros bañistas.

La idea de Renaud Gauthier para Aquaslash es tan delirante, tan bizarra, que uno no puede sino quitarse el sombrero; pero claro, una idea tan buena se viene abajo cuando para llegar a esos últimos quince minutos hay que atravesar un desierto de casi una hora. Renaud Gauthier, hombre orquesta ya que escribe, dirige y es compositor de la música, hace algo sabio que es presentarte a los personajes que al final morirán o no, pero la galería de personajes se mueve entre los tontos del culo, los abusadores, las chicas guapas, los trabajadores del parque… Y es cierto que distinguimos a casi todos los protagonistas, pero es debido a que uno le pone motes: el del pelo afro, el tío de color gilipollas, la dueña ninfómana, la pelirroja explosiva, el que toca la guitarra… Y al espectador al final le da igual quien acaba hecho pedazos. Luego hay por ahí un par de subtramas acerca del parque acuático y unas muertes que tuvieron lugar 35 años antes, pero están metidas con calzador y tan mal resueltas que apenas tienen peso.

Visualmente, Aquaslash no puede resistirse al retrochenterismo que ya empieza a ser epidemia, pero lo disimula con la excusa de “vamos a hacer una fiesta ambientada en 1983”, pero hay que reconocerle a Gauthier que es capaz de transmitir ese espíritu gamberro aunque se pasa de frenada con tanto alcohol y desenfreno. En ese sentido, un aplauso para Derek Branscombe por esa fotografía tan granulosa y cercana a los ochenta.


No hablaré del nivel actoral porque, como dije antes, uno se guía por el sexo, el corte de pelo, los tintes, el color de la piel y poco más, así que voy a centrarme en lo principal: los últimos quince minutos de Aquaslash son muy entretenidos gracias a que los efectos especiales son muy resultones y ochenteros, a los litros de sangre por minuto y al histerismo, aunque Gauthier desaprovecha muchos elementos que podrían haber elevado muchos grados la tensión de ese tercio final, y de paso alegrar más la vista del espectador. Ah, y como epílogo final se resuelve la identidad del psicópata y las razones que esgrime – con un terrible (por mal rodado) flashback – hacen exclamar a uno “Whaaaaat?

Aquaslash es un largometraje al que le hubieran beneficiado unas vueltas de guion, o ser un mediometraje, mi consejo es que os toméis con tranquilidad los primeros cincuenta minutos y que luego os hagáis un programa doble con el capítulo del Monte Salpicamás en Los Simpson.

Firma: Javier S. Donate.

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