Isabelle review

Matt y Larissa, a punto de dar a luz, se mudan junto a la casa de la siniestra señora Palway y su hija Isabelle, quien permanece todo el día encerrada debido a una dolencia de espalda. Tras sufrir una desgracia personal, Larissa se obsesionará con Isabelle, quien parece no tener nada mejor que hacer que espiarla por las ventanas y ocultar un oscuro secreto.

Título original: Isabelle

Año: 2018

Duración: 80 min.

País: Estados Unidos

Director: Robert Heydon

Guion: Donald Martin

Fotografía: Pasha Patriki

Música: Mark Korven

Reparto: Adam Grady, Amanda Crew, Zoë Belkin, Sheyla McCarthy, Krista Bridges, Booth Savage


Primero el infierno, luego Isabelle.

El horror vacui es el temor al vacío, aquellos dueños de casas que lo sufren llenan sus estancias de tal manera que los pobres visitantes temen ser aplastados por estanterías o cuadros. El horror vacui en el cine consiste en meter elementos en una historia, peguen con ella o no, con tal de evitar el aburrimiento del espectador. Bienvenidos a Isabelle, un horror vacui de manual.


Matt y Larissa, a punto de dar a luz, se mudan junto a la casa de la siniestra señora Palway y su hija Isabelle, quien permanece todo el día encerrada debido a una dolencia de espalda. Tras sufrir una desgracia personal, Larissa se obsesionará con Isabelle, quien parece no tener nada mejor que hacer que espiarla por las ventanas y ocultar un oscuro secreto.

¿Cuál sería el planteamiento del guionista televisivo Donald Martin a la hora de escribir Isabelle? Tal vez quería explorar el mundo – más que interesante – de todas aquellas personas que han sufrido la muerte y han regresado cambiadas; o puede que jugar con la idea de cómo alguien debe afrontar la pérdida de un ser querido y el ¿espíritu? de este juega con su mente – ahí tenemos Still/Born de la que Isabelle roba a manos llenas – y le hace dudar de lo que es real o no. Martin no se echa atrás y sigue metiendo elementos – el horror vacui del que hablaba antes –  aunque sea con calzador y no tenga mucho que ver ya que, recordemos, es importante que el espectador no se aburra: satanismo, abuso infantil, sanadores, posesiones, fantasmas, madres chaladas como mamá White en Carrie… ¡Todo cabe en Isabelle!

El resultado es una película que a pesar de su corta duración, va dando tumbos sin terminar de decidirse por un camino u otro. Este es el mayor problema de Isabelle: mete tantas cosas en la historia que los argumentos se pelean entre sí por conseguir espacio mientras el espectador mira el reloj cada pocos minutos. La dirección de Robert Heydon es plana: presenta/resuelve, plano general/plano medio/plano corto/plano general y a la siguiente secuencia en la que repite esquema sin preocuparse del ambiente o el feeling de la historia.

Tristemente los personajes no existen, en una historia que da la impresión de faltar metraje o páginas de guion, y por ello el nivel actoral es en modo automático: Adam Brody, Amanda Crew, Zoë Belkin, Sheyla McCarthy, Krista Bridges – atención a este personaje que lleva a su hermana a un sanador espiritual antes de irse a un retiro de yoga, ¿A qué se dedica esta mujer en la vida? - Booth Savage, van resolviendo secuencias sin preocuparse de la escalada de tensión que, supuestamente, deberían sufrir.


La terrible sensación que deja Isabelle tras su tristemente aburrido visionado es que hay ideas buenas repartidas a lo largo del metraje pero el miedo al vacío, o mi mayor sospecha que es una andanada de reshoots para darle punch a la historia, la convierten en un ejemplo de cómo no deberían hacerse las cosas.

El terror es algo serio, señores, y transmitirlo al espectador es todo un arte.

Firma: Javier S. Donate.