La Valija de Benavidez de Laura Casabé llegará a la gran pantalla de Argentina


La directora Laura Casabé ha dado en la diana al dirigir La Valija de Benavidez (review), cuyo estreno en su Argentina natal está previsto para principios de 2017. Empezar con una afirmación tan tajante es debido a la sabia mezcla que contiene y que consta de surrealismo, terror y una pizca de film noir. Todo ello aderezado además con un toque de humor, como ya viene siendo habitual en el cine género proveniente de esas latitudes. No hay nada mejor que tomarse las cosas así, incluso las más serias.

La excusa para explicarnos todo eso es el mundo del arte, concretamente la pintura. Los artistas ya sabemos que no están muy bien de la azotea, pero en su parte más humana, coincidente con la mayoría de los mortales, está la ambición y hasta dónde estamos dispuestos a llegar para alcanzar la cima.


Benavidez es un profesor de arte casado con una promesa de la pintura. Tras una tempestuosa discusión, Benavidez decide coger su maleta y largarse de casa. No se le ocurre otra cosa que ir a pedir asilo a casa de su psiquiatra, que más parece un opulento ricachón pirrado por las obras de arte. Lo que parece una opulenta mansión es en realidad una residencia de artistas que se someten a un oscuro tratamiento. El intento de nuestro héroe por salir de allí es en vano. Su destino está en ese lugar.

Estoy seguro que en este momento estaréis pensando que la cosa se está poniendo interesante. Laura Casabé se lanza de lleno, diríamos que con pasión, para rodar su opera prima, de la cual tiene el cincuenta por ciento del guion. La otra parte es del director de teatro, dramaturgo y guionista cinematográfico Lisandro Bera. Quizás por influencia de su coautor, es de destacar cierto toque teatral al estar rodada íntegramente en interiores, concretamente la localización única es el elegante y fotogénico Palacio Bencich de Buenos Aires.

Tiene el mérito, planificado o no, de que sin dejar de ser un obra muy local, traspasa las fronteras sin abandonar lo que le es intrínseco. Tampoco esperéis ver a una romántica pareja bailando un tango, hay otros muchos elementos que captan nuestra atención en ese sentido. Casabé logra a través de una buena planificación que el interés no decaiga en ningún momento. ¿Cómo lo consigue?, pues a través de un buen ritmo guardándose para el final la vuelta de tuerca, la guinda que le falta al pastel. Un acierto.


Entre los elementos que logran elevar el producto final, tenemos la música de Gillespi. Habéis acertado, el jazz es el protagonista para regocijo de los amantes de esa música. La fotografía de Mariano Suarez, logra dar un toque pictórico con unos toques cálidos y envolventes.

No podemos dejar de nombrar a los actores. En el papel de Benavides  nos encontramos con un excelente Guillermo Pfening. Le secunda un gran Jorge Marrale en su interpretación de un alocado psiquiatra y Valentín Javier Diment en un corto pero carismático papel.

La nueva hornada de directores argentinos viene empujando fuerte, así que toca estar atentos a futuras producciones. De momento esta muestra, un film para pasárselo bien, ni más ni menos.