Oculus review


Título original: Oculus

Año: 2013

Duración: 105 min.

País: Estados Unidos

Director: Mike Flanagan

Guión: Mike Flanagan, Jeff Howard

Música: The Newton Brothers

Fotografía: Michael Fimognari

Reparto: Karen Gillan, Brenton Thwaites, Katee Sackhoff, Rory Cochrane, Annalise Basso, Garrett Ryan Ewald


Nunca verás igual un espejo.

Oculus es un largometraje interesante. Con una buena premisa y realización, nos adentra en una historia sobre espejismos e ilusiones, sobre el mal y los fantasmas.

Hace diez años, Tim mató a su padre en defensa de su hermana y acabó en un correccional de menores. Ahora acaba de cumplir 21 años y sale de la institución donde le espera su hermana con una teoría: su padre era manipulado por el influjo de un gigantesco espejo que tenían en casa. Y se lo va a demostrar.

A poco que a uno le gusten las películas de terror y fantásticas, el argumento es atractivo y se apoya en una dirección de fotografía inquietante a cargo de Michael Fimognari, que hace que olvidemos que es una producción de 5 millones de dólares (datos Boxoffice Mojo).

El montaje de la película narra paralelamente los hechos de la infancia de Tim y su hermana cuando ocurrió lo de su padre y el experimento en el presente con el espejo. Esta decisión es delicada, ya que como espectador me ha parecido pobre el recurso de que no entiendas bien algo que ocurrió hace diez años hasta el final de la película cuando el resto de personajes saben esa historia, lo que hace que la película pierda interés por esa parte, porque lo realmente atractivo es cómo van a enfrentarse dos jóvenes a un espejo y todas las posibilidades que esto conlleva.

El arranque es efectivo pero luego se pierde en densas explicaciones que lastran la exposición de la película, aunque poco a poco vuelve a cobrar ritmo hasta un final que, parar variar en el cine de terror actual, es rápido y explica mucho menos de lo que a uno le gustaría. Eso sí, impactante e intenso.

En cuanto a las interpretaciones destacan más los niños aunque los adultos, ninguno de los actores realiza una labor pobre en absoluto.

También se agradece un cuidado en las escenas más truculentas, que sin ser demasiado explícitas logran su golpe de efecto cuando son necesarias, así como el uso muy moderado de las cámaras de grabación a lo mockumentary.

Para acabar, si no te planteas demasiado el hecho de que la película usa el truco de que, al ser el “protagonista” un espejo que altera la realidad a placer, estamos expuestos a las voluntades de un guionista para incluir los deus ex machina necesarios y solventar las incoherencias cómo y cuando quiera, siguiendo la trama de una forma errática más que psicológica o deductiva, tienes un buen entretenimiento con algunos sustos efectivos que no pasa al nivel de clásico por el hecho de irse a lo fácil cuando había que arriesgar y descubrir el pastel.

Un pastel, eso sí, que espero degustar de nuevo en forma de secuela.

Firma: Pedro P.