Red State review


Título original: Red State

Año: 2011

Duración: 82 min.

País: Estados Unidos

Director: Kevin Smith

Guión: Kevin Smith

Música: Georgiana Ramsland, Robin Urdang, Johnny Rossa

Fotografia: Dave Klein

Reparto: Michael Parks, Michael Angarano, Kerry Bishe, Nicholas Braun, Kyle Gallner, John Goodman, Melissa Leo, Kevin Pollak, Stephen Root, Matt Jones, Cooper Thornton, Kevin Alejandro, Marc Blucas, Ralph Garman, James Parks, Betty Aberlin, Jennifer Schwalbach, Patrick Fischler, Damian Young, Anna Gunn


Que Dios os bendiga a (casi) todos.

La historia en que se basa la película que nos ocupa, está inspirada en la secta llamada Iglesia Bautista Westboro, liderada por Fred Phelps, homófobo recalcitrante que también acusaba a todo su país de connivencia hacia los homosexuales. Esta acusación es sumamente curiosa que se haga en un país en el cual un 40% de la población se declara contraria a aceptar esa condición. Ese odio les lleva al extremo de acudir a los funerales de gays, provocando a los familiares y amigos con pancartas que incluían lemas tales como: Dios odia a los maricones, que es su eslogan más conocido, Dios odia a América, que tiene su origen en los sentimientos profundamente antiamericano de Phelps, lo que le llevó a incluir este otro: Tropa de maricones, refiriéndose a los soldados fallecidos en la guerra de Iraq.

La mayoría de las sectas son grupos minoritarios, religiosos y violentos, que usan la religión y sus liturgias para captar a sus súbditos, que se convierten al mismo tiempo en propagadores de esa fe. Naturalmente en la cúspide de toda secta encontramos al líder, un iluminado que observado desde el punto de vista de una persona “normal”, es un fanático que usa toda una serie de estrategias, tales como el advenimiento del apocalipsis, para dominar a través del terror a todos los integrantes. Usando de la manera más bondadosa posible la palabra empatía, ese mensajero del miedo a Dios llamado líder, nos puede parecer alguien poseedor de una verdad que solo él comprende y que tiene la misericordia de compartir con nosotros, lo vemos como la única persona del mundo capaz de salvarnos de la maldad, del infierno. Es como si delegáramos en nuestro guía la solución a unos problemas que habitan en nuestro interior y que somos incapaces de solucionar.

En este film se representa de forma magistral la manipulación del ser humano. A través de la palabra, con unos sermones fantásticamente representados, se llega al paroxismo, a una comunión perfecta entre el absurdo y el terror, que lleva hasta los últimos límites a los que puede llegar un ser humano: el asesinato.

Tres jóvenes con ganas de sexo fácil, contactan a través de un anuncio con una mujer madura que los atrae a su morada. Allí, los adolescentes, se encontraran con algo más, serán, por así decirlo, un punto en una trama oscura y siniestra.

Efectiva película estadounidense que juega perfectamente con la idiosincrasia de la América profunda, con sus odios y simbolismos. En algún momento esperamos que aparezcan por allí los del Ku Klux Klan. El guión es correctísimo en cuanto al ritmo y mantenimiento del interés por parte del público, decayendo un poco y siendo irregular en la presentación de las situaciones, muy minuciosas en algunas escenas y muy superficiales en otras. No obstante logra su objetivo que no es otro que explicarnos una historia bastante escabrosa y truculenta de manera coherente, algunas escenas os encantaran, seguramente las más terroríficas. Sorprende un poco que este film haya sido realizado por Kevin Smith, autor de Clerks, Dogma y Vaya Par de Polis, entre otras, películas todas ellas muy dispares y muy diferentes entre sí. Y digo sorprendente en referencia a que todo el mundo tiene derecho a rectificar, tomároslo esto como una pequeña broma. En cuanto a las interpretaciones son todas ellas bastante correctas, destacando, evidentemente la de Michael Parks, como líder de la secta, realmente soberbia incluyendo una dicción sosegada y muy original. No querría olvidarme del inefable secundario y bonachón John Goodman, aunque aquí le toque un papel más bien comprometido y difícil, ejecutándolo con absoluta solvencia. También destacar la sublime transformación de Melissa Leo en una fanática destacada de esa secta, realmente magnífica. Las escenas de acción están bien rodadas y son efectivas, con algunos movimientos de cámara en las persecuciones bastante interesantes. La fotografía es de destacar en cuanto a las diferentes exposiciones, siendo muy luminosa en la mayoría de escenas, pero logrando una ambientación lúgubre y oscura en las escenas de interior.

Película ganadora del Festival de Sitges en su edición del 2011: Mejor película y actor (Michael Parks). Vista la tendencia de las ganadoras de las anteriores ediciones del Festival, es un poco rompedora sin llegar a ser revolucionaria. El hecho de que piense que esta cinta no es muy comercial no es nada peyorativo, al contrario, sin ser un obra maestra, representa un pequeño giro que da un poco de aire fresco al sector. De todas maneras, un pequeño comentario: la cosecha del 2011 destaca en su totalidad, debió ser sumamente difícil dictaminar el veredicto.

Firma: Josep M. Luzán.