Entrevista a Daniel Padró Targarona, director del cortometraje Psicario

Un criminal especializado en manipular recuerdos entra en casa de una de sus víctimas para alterar un testimonio en un caso de asesinato.
Foto de Roger Larsen

Un criminal especializado en manipular recuerdos entra en casa de una de sus víctimas para alterar un testimonio en un caso de asesinato.


Cuéntanos el origen de tu cortometraje.

Cuando le hablo a la gente de que me gusta el cine de ciencia ficción, una respuesta estándar, incluso entre gente de la industria, es “ay, es que a mí el rollo Star Wars...” podríamos entrar en un debate interminable sobre Star Wars, pero para mí la clave de esto es que se asocia la ciencia ficción con naves espaciales, rayos láser y banalidad infantil (perfectamente disfrutable, por otra parte). Hay un nicho en este país deseoso de ver ciencia ficción patria y nuestro enfoque no puede ser intentar jugar al espectáculo sino a la especulación; a la reflexión sobre nuestra relación con la tecnología y el progreso, como nos afecta a nivel humano, etc.

Mi fascinación por la ciencia ficción llegó tarde y a la vez que cursaba mis estudios de cine. Me enamoré de libros como Dune, El juego de Ender, Hyperion, Neuromante, La Guerra Interminable o Phillip K. Dick que es un sub-género en sí mismo y probablemente sea el autor más influyente del cine de ciencia ficción americano.

Así pues, Psicario nace de la necesidad de contar una historia de ciencia ficción sin basarme en la espectacularidad de los efectos o en la acción, sino de un enfoque más íntimo y existencial. Un poco por adaptarme a las circunstancias y a mis posibilidades de producción, y porque hay un ejercicio creativo que me fascina en intentar contener una historia en unos pocos elementos.

Personalmente, la memoria, la identidad y la relación entre ambas es un tema que siempre me ha interesado. Tengo la teoría de que la identidad es tan maleable que se podría considerar inexistente. Creo que la identidad es un relato que nos contamos a nosotros mismos y como tal, nuestros recuerdos son parte fundamental de esa historia. Pero ¿qué pasa en el momento en el que no te puedes fiar de lo que recuerdas? ¿Cómo altera eso el relato de quién eres?


¿Qué se van a encontrar los espectadores del cortometraje?

Espero que encuentren una experiencia atmosférica y melancólica, que les seduzca con el tempo de la narrativa visual. Intenté deliberadamente crear una historia que funcionara con el mínimo diálogo posible y que se pudiera entender a través de la elección de planos y del trabajo actoral, pues como guionista creo que supone un desafío más interesante.

Quiero conmover al espectador, estéticamente, emocionalmente, intelectualmente y existencialmente. Y si sólo es una de esas cuatro cosas, ya es todo un logro.


¿Cuáles son tus influencias?

Blade Runner es lo que todo el mundo identifica de saque, y es innegable. Por supuesto otra influencia era la estética del cine negro (que a su vez influenció a Blade Runner). Algunos entusiastas del expresionismo alemán reconocerán algo familiar en el vestuario del protagonista, así como en algunos de los encuadres.

Es inevitable hablar de memoria y manipulación de recuerdos sin mencionar el enfoque intimista de la sci-fi de Olvídate de mí .También hay pinceladas de las atmósferas de Wong Kar-Wai, de alguna escena de No es país para viejos o de Camino a la perdición.


¿Qué consejos darías a los futuros cortometrajistas?

Que consigan buenos actores. Para los que no lo saben, actuar es mucho más difícil de lo que puede parecer. Se requiere talento y una inteligencia o agilidad mental, además de una especie de conexión muy precisa con el cuerpo que pocos poseen. Creo que la clave para conseguir eso es que la pasión que sientes por el proyecto, termina por ser contagiosa (si la sabes proyectar).

En Psicario tuve la fortuna de contar con los grandes Alain Hernández y con Ariadna Cabrol, así como algunos muy buenos secundarios. El dúo protagonista estuvo a tope, y teniendo en cuenta el peso de la historia que lleva Alain, lo hizo con una precisión y una entrega por la cual siempre le estaré agradecido. También recomendaría un buen equipo, ayudante de dirección, director/a de foto y de arte, sonido. Todo es importante, pero si tuviera que resumir lo que es la esencia para un novato, se reduce a un buen guion, buenos actores y una narrativa clara. Sobre esa base se puede añadir artificio y complejidad, pero los actores son lo principal. Algunos directores creen en su talento para moldear a actores mediocres a su voluntad a base de trabajo y una dirección de actores brillante, pero es mucho más fácil buscar a actores que funcionen de saque.


¿Cómo ves el mundo del género fantástico hoy en día?

¡Creo que está estupendo! Si hablamos del mundo patrio, creo que nunca hemos estado mejor. Gracias a la labor de los festivales de género, es un mundo que poco a poco está ganando prestigio, y es que lo hacemos muy bien en este país, hay mucho talento, mucha imaginación y a nivel técnico ha habido un salto cualitativo brutal en la última década.


¿Puedes hablarnos de tus próximos proyectos?

Hacia finales de año se estrenará una comedia que he co-escrito, junto al gran Antonio Mercero llamada Mala Persona, dirigida por Fer García-Ruiz y protagonizada por Arturo Valls y Malena Alterio. Tengo otros cortometrajes en desarrollo, porque a base de insistencia me he enamorado del formato. También le voy dando vueltas al guion de largometraje que será mi ópera prima como director.


¿Dónde se te puede encontrar?

Uso Instagram para promocionar mis proyectos.


¿Película de terror favorita?

No creo en las películas favoritas como categorías absolutas e inamovibles. Me gusta pensar en mis tops de películas como una nebulosa flexible que cambia dependiendo del día.

Para los propósitos de esta entrevista, creo que la Niebla (1980) de Carpenter, es una joya a reivindicar que me impactó muchísimo cuando la vi por primera vez.