Entrevista a Andrés Kaiser, guionista y director de Feral


Feral trata sobre niños salvajes. Es un tema poco usado en el cine, ¿Cómo llegas a él?

Yo creo que siempre me ha acompañado. En la casa de mis padres leí El señor de las moscas de William Goldwin y poco después mi padre consiguió en VHS la película de los años 90. El haber tenido contacto con esa historia me causó una impresión muy honda y años más tarde, me propuse investigar más a fondo el tema. Entonces salí a buscar literatura y encontré el libro de Jean Itard, un médico francés que escribió el primer ensayo antropológico sobre un niño salvaje (del cual Truffaut hizo una película después en donde él mismo interpreta a Itard). En ese texto se narra con maestría la delicadísima relación entre el niño y el médico y sus enormes ganas de que este niño pueda adquirir el lenguaje y comportamientos humanos. Al final, después de mucho esfuerzo, todo termina en una gran decepción y el pobre niño, (llamado Víctor por el médico), terminó a cargo de una anciana en París durmiendo en un patio como un gato. Al terminar de leer, supe que tenía que hacer una película de este tema.


Hablas sobre varios casos de niños salvajes, ¿tuviste que hacer mucha investigación al respecto?

El libro de Itard fue el primero de muchos que leí tratando de profundizar en los casos de los niños salvajes. El problema es que la mayoría de todos los casos conocidos están pobremente documentados, si es que lo están. Ahí tenemos por ejemplo el caso de Kamala y Amala en la India, donde al parecer todo fue un montaje. También está el caso más moderno de la niña Genie en California, que a pesar de haber sido extremadamente mediático, no tiene mucha información oficial publicada. Además, ya cuando estábamos en la preproducción de la película, salió publicado en un diario local de Oaxaca el caso de una niña que había vivido encerrada toda su vida, confirmando que estos casos seguían pasando la actualidad.


En Feral hay un equilibro entre religión, antropología, psicoanálisis, el miedo, leyendas y la incomprensión… ¿Cómo lo conseguiste a la hora de escribir un guion?

En un principio pareciera que todos estos temas son disímiles. Es decir, ¿Qué tiene que ver el psicoanálisis con el salvajismo, o el horror con la antropología? Sin embargo, debajo de la aparente superficialidad y contradicción de los temas, se encontraban una serie de vasos comunicantes que no solamente se tocaban entre sí sino que además, su relación ayudó a crear una narrativa en la película con la intención de crear una historia que pudiera generar una reacción intelectual y emocional en el espectador. Fueron muchas versiones del guión y sin lugar a dudas, este fue uno de los elementos que más trabajo tomó para que la película pudiera funcionar.


Algo que llama mucho la atención en Feral es su mezcla de formatos visuales como el falso documental, material encontrado y uso de antiguas fotografías. ¿Cómo fue tu trabajo con Marc Bellver, el director de fotografía?

El trabajo con Marc fue pivotal. Realmente se trata de un director de fotografía cuya primera regla es entender la narrativa de la película, y desde esta idea él construye toda su plástica. En ese sentido, para mí fue una experiencia de muchísimo aprendizaje sobre qué elementos estéticos hay que priorizar para potenciar la historia que estamos contando. Sin duda alguna creo que fue una gran decisión trabajar con él.


El trabajo de los Ferales, Kari, Farid y Erick, es impresionante.

Nosotros teníamos muy claro desde el momento en el que íbamos hacer esta película, que si la idea era filmar a niños salvajes, uno de los elementos más importantes era encontrar a los actores adecuados. Siguiendo esta premisa estuvimos cerca de dos años persiguiendo a los niños que finalmente interpretarían el papel. Realizamos varios talleres en zonas marginadas de la Ciudad de México para encontrar un grupo compacto que pudiera entender cómo es que un niño salvaje se comporta. Yo no estaba interesado en que los niños supieran técnicas de actuación clásicas, sino que en realidad pudiera conectarse con su ser interior y poder transmitirlo a cámara. Para esto incorporamos a un enorme maestro llamado Jaime Razzo, el cual es uno de los máximos exponentes de la danza Butho en México. A través de él pudimos darle un taller de expresión corporal a este grupo de niños en el cual salieron unas cosas impresionantes. Al final, cuando llegamos a la elección final de Farid, Kari y Erick, se trataba de tres niños altamente capacitados y confiados en su propia conexión con su ser profundo. Creo que hicieron un trabajo realmente brillante.


México es un país que siempre ha estado muy ligado al género fantástico y de terror. ¿Cómo ves ahora el panorama en tu país?

Yo creo que el cine de género mexicano goza de muy buena salud. Tradicionalmente ha sido uno de los géneros más fuertes en nuestra cinematografía y sin duda alguna sigue estando entre los favoritos del público. Mi percepción es que hay muy buenos autores que están interesados en temas sociales profundos y los están tratando están llevando al cine a través del género. Sin duda alguna se viene una época dorada en el cine de género mexicano.


¿Qué se van a encontrar en Feral los espectadores de Fancine de Lemos?

Una historia triste y oscura sobre cómo la religión, el aislamiento y las buenas intenciones pueden desatar lo más horrendo y oscuro anclado en lo profundo del ser humano.


Teorema del tiempo es tu próximo proyecto. ¿Qué puedes contar de él?

Se trata de una película totalmente diferente a Feral, ya que de entrada cuenta la historia de mi propia familia. Es un documental enteramente construido con archivo que filmaron mis abuelos en el México de los años 50, en donde uno de sus pasatiempos favoritos era dirigir películas caseras. Al encontrarme yo con este maravilloso material no me quedó otra opción que digitalizar decenas de horas para construir una película que contará el paso del tiempo visto desde el punto de vista de una familia y sus heridas. Tuvo su premier mundial en mayo pasado en el festival de Múnich y tendrá su premier mexicana en el festival de Guanajuato, teniendo próximos festivales internacionales que se confirmarán en las próximas semanas.


¿Cuál es tu película de terror favorita?

Esta es una pregunta que me es imposible de contestar. Tengo más de una y siempre que hago un esfuerzo recuerdo más. Sin embargo, puedo mencionar una que me marcó mucho en la infancia y cada vez que la veo genera el mismo impacto: se trata de Veneno para las hadas de Carlos Enrique Taboada, uno de los mejores ejemplos de cine de género mexicano de todos los tiempos.