Entrevista a Miguel Varela y David del Río, directores del cortometraje Los Hijos de Allen Funt


Entre las paredes de una habitación blanca, cinco jugadores viven confinados. A diario, son obligados a participar en una votación que permitirá al ganador lograr la recompensa prometida de salir al exterior. Uno de ellos tendrá la oportunidad de conseguirlo.


Cuéntanos el origen de tu cortometraje.

Miguel Varela: Los Hijos de Allen Funt fue nuestro proyecto de fin de carrera. Yo entonces compaginaba los estudios con un trabajo a tiempo completo y tenía que desplazarme bastante tiempo en transportes públicos abarrotados. Al final, entre las clases, el tren, el metro y la oficina pasaba unas 11 o 12 horas al día. Recuerdo estar un día caluroso bastante agobiado en el vagón, rodeado de gente hasta tal punto que no me podía ni mover y pensaba una y otra vez… “¿Y todo esto para qué? La mayoría de nosotros nunca tendrá la oportunidad de salir del bucle…” y ahí nace la idea.

Cuando volví a casa – David y yo compartíamos piso entonces- le planteé la historia que se me había ocurrido, le gustó tanto como a mí y esa misma noche empezamos a trabajar en común.

David del Rio: En aquel momento teníamos sobre la mesa varias ideas que no terminaban de cuajar. Cuando Miguel vino con la semilla de Los Hijos de Allen Funt lo vimos claro al instante y dirigimos todos nuestros esfuerzos a llevar a cabo el proyecto. Dedicamos muchas conversaciones a darle forma al mundo en el que se desarrolla esta historia. También hicimos un trabajo de producción muy concienzudo. Logramos reunir un equipo técnico y artístico con mucho talento, muy implicado en todo momento, que, sin duda, fue fundamental para alcanzar el resultado final.


¿Qué se van a encontrar los espectadores de tu trabajo?

Miguel Varela: Una historia diferente de ciencia ficción con toques de terror, con una fotografía y un diseño de producción muy particular, que a través de un planteamiento casi distópico les hará reflexionar sobre muchos aspectos cotidianos del día a día: la competitividad, la frustración, la relación con otras personas, las metas que nos motivan…

David Del Rio: Hay también una crítica a la telerrealidad, a ese afán por convertir las vidas ajenas en espectáculo para beneficio propio, a ese placer morboso en los ojos del que mira…


¿Cuáles son tus influencias?

Miguel Varela: A nivel de terror, te diría Night Shyamalan, Alfred Hitchcock y James Wan. También me han influido muchos directores que manejan muy bien el terreno psicológico desde una perspectiva compleja… como Darren Aronofsky o Lars Von Trier.

David del Rio: Black Mirror y Cube, por ejemplo, han servido de estímulo para este corto, por mencionar algún título concreto. Desde la distopía suele ser más sencillo señalar los aspectos perversos de nuestra propia sociedad, es un terreno que nos interesa. De una manera más amplia, destacaría a Yorgos Lanthimos y a Michael Haneke, por la manera en la que abordan las relaciones interpersonales y la violencia.


¿Qué consejos darías a los futuros cortometrajistas?

Miguel Varela: Aunque pueda sonar a tópico, que sean fieles a sí mismos y disfruten cada segundo de lo que hacen. El mundo del cortometraje es muy complicado, hay miles de directores levantando proyectos, a veces los festivales reciben 4.000 o 5.000 propuestas de las que solo pueden elegir quince o veinte, te encuentras a gente del mundo del largo que de repente se lanza a hacer un corto con un nivel de producción altísimo... si llegas con grandes ambiciones lo más probable es que te frustres y lo dejes casi antes de empezar.

Por eso, lo importante es que afronten aquellos proyectos que realmente les motiven y les hagan sentir a gusto. Ya que vas a quitarle tiempo a la familia, los amigos, el ocio y el descanso para dedicárselo a un proyecto, asegúrate de que esa historia es importante para ti y que puedes aportar algo diferente al espectador. Y también, imprescindible, que se rodeen de buena gente, profesional claro, pero con la que resulte más fácil avanzar por ese camino que tantas veces se complica. Escapad de las personas soberbias que creen saberlo todo o que están por encima de los demás, el mundo del cortometraje es fundamentalmente para aprender, encontrar tu voz creativa y disfrutar del proceso.


¿Cómo ves el mundo del género fantástico hoy en día?

Miguel Varela: Creo que es un momento muy interesante para el género, tanto en lo relativo a la oferta como a la calidad de las producciones que van saliendo a todos los niveles. España siempre ha sido un país con gran tradición en el fantástico, pero en los últimos años el terror y la ciencia ficción se han consolidado como dos de los géneros preferidos del público. Además, el boom de las plataformas ha permitido producir y consumir obras interesantísimas y muy particulares, acercando propuestas alternativas que antes solo llegaban a un determinado público -fan del género-, a un tipo de espectador más global que también lo está disfrutando. Por no hablar de que los festivales generalistas también están reconociendo con mayor frecuencia obras de género.

Todo ello compone un ecosistema muy interesante, en el que te encuentras títulos como Tren a Busan, Hereditary, Get Out, El Hoyo, Titane o Cerdita… que en otra época quizá se quedarían en círculos de aficionados al fantástico…y hoy se convierten en fenómenos populares que traspasan fronteras.


¿Puedes hablarnos de tus próximos proyectos?

Miguel Varela: Actualmente estamos trabajando en un cortometraje de terror bastante potente, que rodaremos si todo sale bien a finales de verano: Polvo de Ángel. Iremos informando de todas las novedades del proyecto en nuestras redes sociales, así que invitamos a todo el mundo que le guste nuestro trabajo a seguirnos para estar al tanto.


¿Dónde se te puede encontrar?

Miguel Varela: En las redes sociales de la productora @GenteMalaFilms (Twitter, Facebook e Instagram)


¿Película de terror favorita?

Miguel Varela: Psicosis.

David del Rio: Me quedo con El Resplandor. Me marcó mucho la primera vez que la vi y aún hoy me pone los pelos de punta hasta el estampado de la moqueta.