FANCINE - The Curse of Audrey Earnshaw review


Hace 17 años que Agatha Earnshaw dio a luz a Audrey, y desde entonces la ha mantenido oculta al resto de la estricta congregación religiosa que vive cerca suyo. Ahora, Audrey ha decidido salir de su escondite y tomar las riendas de su vida… Sus poderes convertirán el lugar en un infierno.

Título original: The Curse of Audrey Earnshaw

Año: 2020

Duración: 94 min.

País: Canadá

Director: Thomas Robert Lee

Guion: Thomas Robert Lee

Música: Bryan Buss, Thilo Schaller

Fotografía: Nick Thomas

Reparto: Catherine Walker, Hannah Emily Anderson, Jared Abrahamson, Jessica Reynolds


El escenario perfecto para una maldición.

Contaba el director Herk Harvey que viajaba cerca de Salt Lake City cuando a lo lejos vio el Pabellón Saltair, quedó tan impreso en su cabeza que fue el origen de esa joya del terror que es Carnival of Souls. Uno se pregunta si le ocurrió lo mismo a Thomas Robert Lee: visitó una congregación religiosa Amish y pensó en rodar algo con ese concepto.

Hace 17 años que Agatha Earnshaw dio a luz a Audrey, y desde entonces la ha mantenido oculta al resto de la estricta congregación religiosa que vive cerca suyo. Ahora, Audrey ha decidido salir de su escondite y tomar las riendas de su vida… Sus poderes convertirán el lugar en un infierno.


En los primeros minutos, un rótulo nos cuenta la cronología de los hechos, cómo se separaron de otra congregación y se mantienen al margen de la sociedad con el paso de los años y la maldición que ha caído sobre sus granjas: llevan años sin cosechas y los animales mueren de extrañas enfermedades. Todo bien hasta ahí, pero es que Robert Lee, temeroso de que el espectador se pierda por el camino, ya introduce el nacimiento de Audrey que es uno de los ejes de la película, aparte de que los personajes una y otra vez hablan de las malas cosechas y los animales extraños que nacen.

Los primeros veinte minutos de The Curse of Audrey Earnshaw son intrigantes, oscuros y muy dinámicos con la presentación de un montón de personajes; la comparación con The Village de M. Night Shyamalan es inevitable ya que, por momentos, parecería que estamos en el mismo emplazamiento. Hay que destacar la interesante representación que el director/guionista hace de los ritos, que podrían encajarse tanto en el mundo druídico como en la brujería, pero una vez concluido este rito, The Curse… empieza a perder el rumbo y solo en escasos momentos es capaz de recuperarlo.

Surge una duda al terminar el visionado: ¿Realmente era necesario ambientarlo en 1973? Podría ser una película del oeste sin ningún problema, o incluso una sociedad tipo The Apostle, pero a Robert Lee debe parecerle interesante meter avionetas por el cielo o que al final aparezca un; no sé, me suena más a capricho estilístico que a elemento narrativo.


Como dije antes, a los veinte minutos, The Curse of… pierde gas y lo mismo puede decirse del trabajo tras la cámara, las situaciones saltan de uno a otro lado y escenas sin mucho peso se van acumulando. El nivel actoral es correcto, tan solo destacando Catherine Walker como la atribulada mamá Earnshaw – si quieres disfrutar de un gran trabajo de esta actriz te recomiendo la muy desconocida Dark Song – mientras el hermoso e inquietante rostro de nuestra Audrey Earnshaw, Jessica Reynolds, no termina de calar debido a los titubeos narrativos de Thomas Robert Lee. Tengo mucho cariño a Hannah Emily Anderson desde What Keeps You Alive de Colin Minihan pero se merece mejores papeles.

En mi cabeza, mientras se hablaba de la pobreza del suelo, aparecía el plano de la manzana podrida y se contaba que había nacido un animal con dos cabezas, no dejaba de pensar en cómo The Curse of Audrey Earnshaw podría haberse enclavado en el universo de H. P. Lovecraft, ya que una y otra vez los personajes comentan “¿Pero realmente Agatha Hearnshaw tuvo un hijo?” y la identidad del padre es una incógnita. Una oportunidad desaprovechada.

Firma: Javier S. Donate.

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