Starfish review

La amistad entre Aubrey y Grace se ve bruscamente interrumpida debido a que una cruel enfermedad acabó con la vida de esta. Sumida en el dolor, y para intentar curar heridas sentimentales recientes, Aubrey se refugia en la casa de Grace. A la mañana siguiente, el pueblo está medio destrozado y unos seres terribles acaban con la vida de los humanos. Unas cintas que Grace dejó a Aubrey, repartidas por todo el pueblo, pueden ser la única esperanza del mundo, ¿O será la llave para su destrucción?

Título original: Starfish

Año: 2018

Duración: 99 min.

País: Estados Unidos

Director: A. T. White

Guion: A. T. White

Fotografía: Alberto Bañares

Música: A. T. White

Reparto: Virginia Gardner, Christina Masterson, Eric Breecroft, Natalie Mitchell


Atípica mezcla de drama, ciencia ficción y terror.

La ópera prima de A.T. White responde, según la dedicatoria final, a una muerte que le resultó terriblemente dolorosa, pero su medio de purgar dicho dolor, Starfish, se convierte en una losa para todo aquel espectador que no conecte con su historia.


La amistad entre Aubrey y Grace se ve bruscamente interrumpida debido a que una cruel enfermedad acabó con la vida de esta. Sumida en el dolor, y para intentar curar heridas sentimentales recientes, Aubrey se refugia en la casa de Grace. A la mañana siguiente, el pueblo está medio destrozado y unos seres terribles acaban con la vida de los humanos. Unas cintas que Grace dejó a Aubrey, repartidas por todo el pueblo, pueden ser la única esperanza del mundo, ¿O será la llave para su destrucción?

En esta oda al dolor que es Starfish – donde White es guionista/director y que a veces parece un videoclip, otras veces un coming of age y, tristemente las menos, una cinta catastrofista -, es imposible negar que el apartado estético es exquisito e incluso hay imágenes muy potentes repartidas a lo largo del metraje; pero las imágenes potentes se quedan en tierra de nadie sin una buena historia detrás y ese es el mayor escollo de esta película: la terrible sensación de que hay algo que se nos escapa, que nos asomamos a un mundo críptico del que solo A.T. White tiene las claves.

El ritmo es lento, exasperadamente lento, y esas pequeñas secuencias de acción y los elementos de terror se dan con cuentagotas, lo que puede aburrir al espectador que no entre al juego de los sentimientos y el dolor. En esta cinta preciosista, la fotografía de Alberto Bañares funciona como anillo al dedo y es de lo más rescatable de Starfish junto a la sorprendente parte de animación llevada a cabo por Yuichiro Fujimoto y Kazunori Aoki, que apena cuando termina por su dinamismo respecto al resto de la película. Atención al diseño de los monstruos, porque es una mezcla entre Venom y los seres que Gareth Edwards creó en Monsters.


Y lo que funciona a la perfección, lo único que hace mantener el interés de Starfish, es el tour de force que se marca Virginia Gardner, una actriz repleta de naturalidad y que ya atrajo mi atención en Monster Party; sin Gardner al frente, Starfish se haría aún más cuesta arriba. Christina Masterson – aka Pink Power Ranger – aparece de vez en cuando para empujar la historia y Eric Beecroft aporta su presencia física a un personaje que no habla en momento alguno.

¿Es recomendable Starfish? Si estas deprimido evítala, si estás muy contento creo que te aburriría; pero dale una oportunidad aunque solo sea para dejarse llevar por los momentos videoclip, lo bien rodada que está, echar un ojo a la secuencia de animación o ese momento final – el único momento emotivo – al ritmo de Sigur Ros.

Firma: Javier S. Donate.