La Viuda review


La joven Frances rehace su vida en Nueva York, tras perder a su madre, cuando un día encuentra un bolso en el metro; ignorando los consejos de Erica, su compañera de piso, decide devolvérselo a su dueño y así es como conoce a Greta Hideg, una viuda francesa que pasa sus días tocando el piano. La vida de Frances cambiará a partir de ese momento.

Título original: Greta

Año: 2018

País: Estados Unidos

Duración: 98 min.

Director: Neil Jordan

Guion: Ray Wright, Neill Jordan

Música: Javier Navarrete

Fotografía: Toby Oliver

Reparto: Isabelle Huppert, Chloë Grace Moretz, Maika Monroe, Stephen Rea, Colm Feore


Un regreso al cine de psicópatas noventeros.

Desde los principios de su carrera, con ese acercamiento rupturista al cine de licántropos que fue The Company Of Wolves, el director irlandés Neil Jordan se ha atrevido con toda serie de géneros como el histórico con Michael Collins, el drama con The End Of Romance o incluso la visibilización transexual con The Crying Game o Breakfast At Pluton, pero una y otra vez regresa sobre sus pasos hacia el género de terror tal y como pudimos ver en Interview With The Vampire, In Dreams o la infravalorada Byzantium… Y precisamente sobre el vampirismo, aunque emocional, trata La Viuda.


La joven Frances rehace su vida en Nueva York, tras perder a su madre, cuando un día encuentra un bolso en el metro; ignorando los consejos de Erica, su compañera de piso, decide devolvérselo a su dueño y así es como conoce a Greta Hideg, una viuda francesa que pasa sus días tocando el piano. La vida de Frances cambiará a partir de ese momento.

La Viuda busca su nicho en medio de un panorama desolador para las películas pequeñas o dirigidas a un público que prefiere evitar blockbusters. La propuesta de Neil Jordan y Ray Wright, guionista del acertado remake de The Crazies, es volver su mirada sobre el subgénero de los psicópatas que tuvo su pequeño momento de gloria en los años noventa, con cintas como Pacific Heights o Single White Female, donde la mala suerte cruzaba los caminos de individuos normales con los de otros a los que les bailaban tornillos en la cabeza.

Este es el mayor problema de La Viuda, que el espectador con cierta edad ve llegar los giros con diez minutos de antelación, sorprendiendo que el guion prefiera, en vez de rehuir los tópicos, caer en ellos aunque, sin embargo, la cámara de Neil Jordan, siempre elegante y precisa, es capaz de generar una cinta tensa, rayana en lo terrorífico, que se ve con agrado a pesar de una duración alargada en exceso. La fotografía de Seamus McGarvey y la música de Javier Navarrete – este apoyándose demasiado en los golpes de música – cumplen aunque da la impresión que el director no se ha preocupado por sus quehaceres.


La Viuda es una cinta protagonizada, casi exclusivamente, por mujeres: Isabelle Huppert, Chloë Grace Moretz y Maika Monroe, siendo Huppert la reina de la función ya que despliega todos sus recursos y su personaje pasa de lo amable a lo amenazador, con diversas gotas de locura, tristeza y humillación; Grace Moretz resulta la más fallida del casting, aunque físicamente cumple de sobra parece que ha perdido la frescura y presencia que tenía en su cercana infancia ya que uno se pregunta ¿Dónde está la Abby de Let Me In, la Hit Girl de Kick Ass? A la tercera en discordia, Maika Monroe, le sobra capacidad actoral y le falta tiempo en pantalla, ya que la historia le reserva el injusto rol de mejor amiga de la protagonista. Los dos papeles masculinos, Colm Feore y Stephen Rea, un clásico en la filmografía de Neil Jordan, aportan poco y suenan a metidos con calzador para tener a dos actores en el cartel.

Son varias las preguntas que podríamos hacer al enfrentarnos a La Viuda: ¿Se ha vendido Neil Jordan al cine comercial? ¿Tan difícil le resulta levantar películas que se atreve con proyectos menores? Pero si el espectador le da una oportunidad encontrará un puñado de buenas secuencias que la diferencian de productos parecidos o esa dirección de actrices que la elevan sobre un puñado de cintas que cuentan lo mismo. La Viuda no cambia la historia del cine ni las reglas del género pero hay que plantearse si, desde el principio, estas eran las intenciones del director.

Firma: Javier S. Donate.