Halley review


Título original: Halley

Año: 2012

Duración: 90 min.

País: México

Director: Sebastian Hofmann

Guión: Sebastian Hofmann, Julio Chavezmontes

Música: Akira Rabelais

Fotografía: Matias Penachino

Reparto: Alberto Trujillo, Lourdes Trueba, Hugo Albores


Terror descafeinado y previsible.

Descomponerse en vida, que gran tema. Por desgracia para esta cinta, no es un argumento muy original. Es de las pocas cosas que podrían salvarla, pero tampoco hay que ser muy severo, está hecha con honestidad y eso es un punto a su favor. En realidad es muy difícil hacer una crítica de un film de estas características, no por su complejidad, que de esto hay otras que le dan cien mil vueltas, si no por su ritmo super lento, enfermizamente lento diría yo. Pasan muy pocas cosas, y esto lo hace aun más difícil de seguir. Creo que al final el público tiene la sensación de no haber visto nada, solo a unos personajes poco reales hablando de cosas que no tienen nada que ver con la historia. En fin, de difícil digestión. Pero de todo tiene que haber en la viña del Señor, nos hubiera gustado algo con más ritmo. El argumento en principio es bastante atrayente aunque ya sobradamente abordado en el mundo del cine.

En este su primer largometraje, Sebastian Hofmann se mete en un terreno más bien pantanoso. En mi opinión no sale muy airoso, quizás le ha querido dar un toque filosófico que no la sentado nada bien al producto final, se resiente en demasiado de ese aire pseudo-intelectual un poco forzado. Y si esta no era su intención pues todavía peor, porque no sabemos que nos ha querido transmitir.

Alberto es un muerto en vida. Su cuerpo se va descomponiendo poco a poco, y todas las medidas que toma no le sirven para ocultar su cada vez más corrupto organismo. Paradójicamente entabla una relación de amistad con la gerente del gimnasio donde trabaja. Como habéis adivinado esta deviene imposible. El cometa Halley visita la Tierra cada 75 años, tiempo aproximado de duración de la vida del hombre, de ahí el curioso nombre de esta película.

Film mexicano muy difícil de digerir, por su ritmo y también por no aportar nada nuevo. Las cosas positivas son escasas. Empezaríamos, dentro de este lado, por la interpretación de Alberto Trujillo, su cara ya nos da una idea de que la obra no será muy divertida, pero da vida, y perdonarme esa expresión, a un hombre que está muerto y camina. El guión es muy simple y no aprovecha todas las oportunidades que le ofrece la historia, se encuentra a faltar truculencia y mala baba o, incluso, algún toque de humor, aparte de los esperados de que se te caiga todo a trozos. Es todo muy plano, sin apenas altibajos y sus moderados 90 minutos se hacen muy, muy largos. Destacar la blanquecina y, para mí, acertada fotografía de Matias Penachino, da cierto toque de calidad.

Para acabar, decir que el que quiera verla tendrá que ir un poco preparado. Su presunta profundidad os dejará descolocados. Transcurrirá todo lentamente, quizás eso sea una metáfora, puesto que la vida a algunos se le puede hacer interminable.

Firma: Josep M. Luzán.