The Magnificient Obsession of Michael Reeves review

Coincidiendo con el 50 aniversario de su muerte nos llega The Magnificient Obsession of Michael Reeves, un documental dirigido por la especialista en el género Dima Ballin y escrito por Kat Ellinger. Estamos acostumbrados a ver en los documentales la trayectoria, más o menos exitosa, de abundantes directores. Son como viajes en el tiempo dónde se analizan su vida y milagros. Michael Reeves es un caso atípico dentro de este subgénero, su fallecimiento a los 25 años ya nos da una idea del escaso bagaje por el que es recordado, aunque el hecho de dedicarle un documental ya nos avisa que algo hay en su biografía que merece ser comentado.

Título original: The Magnificient Obsession of Michael Reeves

Año: 2019

Duración: 86 min.

País: Estados Unidos

Director: Dima Ballin

Guion: Kat Ellinger

Fotografía: Jim Kunz, Constantine Nasr, Jon Robertson

Reparto: Gavin Baddeley, Tom Baker, Ingrid Cranfield, Kat Ellinger, Steve Habeman, Benjamin Halligan, David Huckvale, Ian Ogilvy


Homenaje a un director que lo dio todo por el cine.

Coincidiendo con el 50 aniversario de su muerte nos llega The Magnificient Obsession of Michael Reeves, un documental dirigido por la especialista en el género Dima Ballin y escrito por Kat Ellinger. Estamos acostumbrados a ver en los documentales la trayectoria, más o menos exitosa, de abundantes directores. Son como viajes en el tiempo dónde se analizan su vida y milagros. Michael Reeves es un caso atípico dentro de este subgénero, su fallecimiento a los 25 años ya nos da una idea del escaso bagaje por el que es recordado, aunque el hecho de dedicarle un documental ya nos avisa que algo hay en su biografía que merece ser comentado.


Obsesionado desde bien pequeño con el mundo del cine, debutó en el mundo del largometraje a los 21 años con Il castello dei morti vivi, compartiendo la autoría con Warren Kiefer y Luciano Ricci. A continuación ya se atrevió a firmar él solito los tres films que componen su escueta carrera. Estos son: El Lago de Satán (The She Beast, 1966), Los Brujos (The Sorcerers, 1967) y su “obra maestra” El Inquisidor (Witchfinder General, 1968).

A propósito de esta última indicar que Reeves quería para el papel protagonista al gran Donald Pleasence, que por aquella época ya había participado en films del calibre de La Gran Evasión (The Grat Escape. John Sturges, 1963). La productora, American International Pictures, impuso para el papel principal a la estrella de terror residente Vincent Price. Esto causó cierta tensión entre Price y el joven director de origen británico. Reeves constantemente corregía a Price indicándole que no sobreactuara, como era su costumbre. El veterano actor le dijo: “Joven, he hecho ochenta y cuatro películas. ¿Qué has hecho tú?” La respuesta de Reeves fue: “He hecho tres buenas”. Parece ser que esa presión surgió efecto ya que El Inquisidor cosechó muy buenas críticas.

Michael Reeves falleció unos meses después del estreno. En aquellos momentos se encontraba trabajando en una adaptación del cuento del sempiterno Edgar Alla Poe, La Caja Oblonga, pero la depresión y el insomnio hizo que tuviera de pedir ayuda a profesionales médicos y psiquiátricos, lo que le impidió continuar en el proyecto. El testigo lo recogió Gordon Hessler, finalizando el mismo. El 11 de febrero de 1969 Michael Reeves fue encontrado muerto en su habitación. El informe del forense indicaba que la causa era una sobredosis de barbitúricos, eso sí, ingerida de manera accidental, suponemos que para suavizar un poco el explosivo coctel que se almacenaba en su cabeza.


Hablando del documental en sí, indicar que no se aparta en exceso de los cánones que marcan la realización de este tipo de cintas. Entrevistas a actores, productores, biógrafos y amigos. De todas maneras indicar que su interés va creciendo conforme avanza el metraje, dejando como un tenue fondo el hasta dónde hubiera podido llegar un realizador que destacó, sobre todo, por su infinito amor al cine.

Interesante propuesta para conocer mejor a un director que se podría incluir entre los denominados “malditos”. Lo que si provoca, no sabemos si esa era su intención inicial, es el interés por degustar su escasa producción. A pesar del tiempo transcurrido es un tipo de cine que despierta, como mínimo, la curiosidad.

Firma: Josep M. Luzán.
@Josep_Luzan