Dressed to Kill review


Kate Miller es una mujer felizmente casada pero insatisfecha sexualmente, por ello acude a un psicólogo especializado en problemas conyugales. Poco después, Kate decide dar rienda suelta a sus deseos con un desconocido, pero su plan se torcerá más de lo que puede llegar a imaginar.

Título original: Dressed to Kill

Año: 1980

Duración: 105 min.

Director: Brian de Palma

Guion: Brian de Palma

Música: Pino Donaggio

Fotografía: Ralf D. Bode

Reparto: Michael Caine, Angie Dickinson, Nancy Allen, Keith Gordon, Dennis Franz, David Margulies, Ken Baker, Susanna Clemm, Brandon Maggart


La mirada íntima al giallo por Brian de Palma.

El erotismo hecho giallo, el director norteamericano de raíces italianas, tras sorprender con películas como El fantasma del paraíso (1974) y Carrie (1976), presentó en 1980 un thriller con alma de voyeur, donde la sensualidad así como la sexualidad, tomaban protagonismo para crear un misterio alrededor de un asesino de mujeres.


Kate Miller es una mujer felizmente casada pero insatisfecha sexualmente, por ello acude a un psicólogo especializado en problemas conyugales. Poco después, Kate decide dar rienda suelta a sus deseos con un desconocido, pero su plan se torcerá más de lo que puede llegar a imaginar.

Una ducha caliente, vapor y un cuerpo de mujer bajo el agua, planos detalle muy explícitos y sensuales donde podemos apreciar como el agua resbala mezclado junto al jabón de una pastilla que es frotada por un cuerpo perfecto de mujer, así es como arranca el trabajo de Brian de Palma, que deslumbra de nuevo con su saber hacer y una dirección muy personal, filmando desde un punto de vista voyeur donde el erotismo se convierte en el leitmotiv, así como la belleza y el estilismo más refinado en detalles y secuencias que hacen de ésta una gran recomendación si es que todavía no la habéis visionado.

El film está lleno de detalles, es un guion escrito por el mismo y no hay lugar para las interpretaciones sobre la marcha, todo parece formar parte de un plan bien urdido, por este motivo la historia se aguanta tan bien y resulta tan sorprendente con el giro final que te deja con la boca abierta sin que ni tan siquiera te hubieras podido imaginar el desenlace que nos tiene preparados.

Hay una escena en concreto, que explica muy bien éste nivel de detallismo y personalidad, además de una influencia marcada de Hitchcock en clara referencia a la escena de la ducha de Psicosis, me refiero a la escena del ascensor, el modo estilizado de acuchillar a la víctima, buscando el brillo en la cuchilla de afeitar, y exponiendo ésta como máxima protagonista, más que la victimo o incluso el asesino. Ese momento de tensión desgarrador que marca la velocidad de cierre de puertas del ascensor a la vez que la cuchilla acompaña el movimiento y se acerca al filo, todo ello filmado en un juego de espejos donde se resuelve la tensión de la escena de manera perfecta con la ayuda del veterano director de fotografía Ralf D. Bode.

También podemos encontrar otras variaciones de elementos tan característicos del director como son el recurso de la pantalla partida, en ésta ocasión le da una vuelta de tuerca e íntegra sobre la misma escena la imagen de pequeños flashbacks, para indicar hechos sucedidos escaso tiempo atrás, en qué está pensando el personaje y así describir una situación sin tener que utilizar palabras, además de la continuidad que le da a la trama.


Otro de los elementos más importantes a destacar y por el cual sería imposible entender de la misma forma la película, es el trabajo del gran compositor Pino Donaggio, quién crea una música maravillosa para la obra, destacando en especial la partitura de la escena final, donde es el compositor quien con su música resuelve esa escena de tensión final. Digno de revisar una y otra vez.

Por último y para no convertir esto en un libro, que es lo que se merece el análisis de ésta película, hablar de las soberbias interpretaciones de Michael Caine en la evolución de su personaje, Angie Dickinson, como la musa y casi mito erótico del director, y Nancy Allen en un ejemplo de cómo comerse la pantalla arrojando sensualidad.

Una gran obra de un gran director compuesta por grandes profesionales.

Firma: Gerard FM.