Crónica Festival de Sitges 2018 día 4


Los días van pasando y nuestro regocijo va en aumento. Ni que decir tiene que no solo de cine alimentamos nuestros más bajos instintos y el reencuentro con otros seres se torna muy placentero, si no que se lo digan a los propietarios de los bares y otros antros que se vuelven como locos al ver la legión de acreditados que como sombras penetran en todos aquellos lugares que ofrecen viandas de todo tipo.

Dejémonos de rollos y vamos al grano.

La jornada comienza bien temprano. A primerísima hora nos disponemos a ver el thriller de diseño de origen estadounidense Under the Silver Lake, escrita y dirigida por David Robert Mitchell, realizador asimismo de la ya un poco lejana en el tiempo It Follows. La parte positiva de generar tanta expectación, es que muchos ya damos por sentada la calidad y originalidad del producto. Es como cuando uno lleva bajo el brazo una carta de presentación cuya firma carece de toda sombra de duda. Decepcionar es una palabra un poco dura, pero no se me ocurre otra para explicar los sentimientos que nos han asaltado después de verla. Está demasiado centrada en el universo personal del director norteamericano, abandonando eso que tanto nos cautivó de su obra de 2014. De todas maneras si logramos abstraernos de los condicionantes pretéritos, estamos ante una buena película con algunos momentos que valen por todo el film. Muy apropiada para los nostálgicos de la década de los noventa. En las interpretaciones nos encontramos con Andrew Garfield (La Red Social, The Amazing Spider-man), Riley Keough (The God Doctor, American Honey), Sydney Sweeney, Kimmi Simpson (Black Mirror) y Callie Hernández (La La Land, Alien: Covenant). Sam es un joven sin oficio ni beneficio y con un montón de deudas, que se convierte en un detective involuntario al investigar la misteriosa desaparición de su vecina, de la cual está enamorado. Su búsqueda de pistas por todo Los Ángeles le dará de bruces con una espesa trama que involucra a lo más selecto de la sociedad.

Esto no ha hecho más que empezar y ya ardemos en deseos de ver la siguiente proyección que es, ni más ni menos, que la canadiense Ghostland, escrita y dirigida por Pascal Laugier. Todo amante del género de terror conoce Martyrs, pues por allá el 2008 se estrenaba dando mucho que hablar por todos los festivales que pisaba. Pues esa película era el culmen de la nueva oleada de cine de terror francés que estaba azotando al mundo entero. Después de este tremendo éxito, su director viajó a las Américas a hacer fortuna como muchos otros, pero no acabó de funcionar su film El hombre de las sombras. Pero ahora, seis largos años más tarde logra volver a subir al Olimpo del terror con su nueva producción, Ghostland. Creemos que el film que se proyecta en Sitges es la evolución lógica de su anterior éxito, Martyrs, al terror actual. Ha dado con la tecla correcta para conseguir una mezcla muy destacable entre terror visceral y los típicos "jump scares" tan de moda en los films de terror actuales. Como curiosidad, la oscura y acertada fotografía de Danny Nowak sorprende y más cuando echas un ojo a su dilatada carrera, pues podemos comprobar que no tiene casi contacto con el cine de terror a pesar de haber trabajado en más de una cincuentena de títulos. Creo que Pascal Laugier ha sabido sacar todo el jugo a la experiencia de Nowak consiguiendo un tono muy oscuro que hasta ahora no había alcanzado en las cintas del director. En las interpretaciones nos encontramos con Crystal Reed (Ghotam), Anastasia Phillips (Don’t Talk to Irene), Emilia Jones (High-Rise) y Mylène Farmer. Las pequeñas hermanas Beth y Vera acaban de heredar un viejo caserón junto a su madre. Al llegar a esa vieja y lúgubre casa las niñas empezarán a ver lo aterrador que puede llegar a ser ese lugar. Pero todo se tuerce cuando la primera noche aparece una furgoneta con unos misteriosos individuos que intentarán sesgar las vidas de la apacible familia.


Con un humor más que aceptable me introduzco en la sala. Delante de mí un montón de gente que por las caras parece que están como yo. La película promete. Sorteando piernas y pies logro sentarme en un sitio aceptable aunque un poco alejado. La sala se va llenando y tengo la suerte, o la desgracia, de que a ambos lados no se sienta nadie. Mejor, podre apoltronarme como quiera. Transcurren los minutos y la sesión está a punto de comenzar. Por el extremo izquierdo dos personas van avanzando hacia mí para sentarse en las butacas contiguas. Son la pareja que parece que me persiga. Me ofrezco a cambiar mi sitio para que estén juntos. Se me quedan mirando como preguntándome que como sé que van juntos. Me doy cuenta del error, aunque pienso que tampoco es para tanto. Al final nos quedamos como estábamos, yo en medio de dos personas que como supondréis no me dan muy buena espina.

Me quedo impertérrito sin casi mover un músculo. Se van pasando cosas de uno a otro. Intento no mirar. Uno de los objetos que vuelan delante de mí creo observar que es un machete. Lo prudente sería salir con cualquier excusa, pero estoy como paralizado. Se apagan las luces, los créditos indican que empieza la película, la cual transcurre sin que me entere mucho de qué va.  Poco antes de acabar me levanto y salgo de la sala. La cinta parece que no ha sido muy buena ya que muchos realizan el mismo ejercicio. Salgo fuera y enciendo un cigarrillo. Me siento en una jardinera. Solo es cuestión de esperar.


Para variar seguimos con una española, con un título tan poco hispano como The Invocation of Enver Simaku de Marco Lledó Escartín, que también se encarga del guion. Tras reponernos del susto inicial de volver a visionar otra cinta found footage, nos acercamos con curiosidad a un producto que mezcla esto último, por suerte en pequeñas dosis, con un documental dramatizado. El cambio no nos ha acabado de convencer ya que no profundiza excesivamente en un género, el documentary, que ha dado grandes títulos y en el cual han participado grandes cineastas como por ejemplo Martin Scorsese con obras del calibre de My Voyage to Italy (1999) y No Direction Home (2005), y Jonathan Demme en sus ya celebres films acerca de un genio como Neil Young. Suponemos que Marco Lledó Escartín no pretendía tanto ya que se queda a medio camino entre lo comentado anteriormente y una burda dramatización que tiene como telón de fondo posesiones satánicas provenientes de la siempre "electrizante" Albania. Llama la atención la acertada mirada acerca de un país perfectamente desconocido hasta 1991, año de creación de la actual República de Albania. ¿Antes?, pues un oscuro periodo que parte en 1944 con la creación de una democracia popular socialista, bajo el liderazgo del dictador Enver Hoxha. No creo que sea del interés de todo el mundo, pero es de agradecer el empeño en mostrarnos un país que si os ponemos un mapa ciego no sabríais ni donde está. En las interpretaciones personajes oscuros, pero con algún que otro bagaje detrás, como por ejemplo Antonio de la Cruz, sin ser el protagonista. Este papel recae en Julien Blaschke que también presta su voz en off en todo el metraje. Del resto destacar a Paula Baixauli y las veteranas Tinka Kurti y Margarita Xhepa. Julien regresa a Albania con la determinación de esclarecer la razón por la que murió su esposa Ángela. Para ello cuenta con la colaboración de todo tipo de personajes de la población albanesa de la actualidad que a través de oscuros registros audiovisuales, archivos policiales y visiones del más allá intentan ayudar a su comprensión, hasta que el miedo libere el terror nuevamente.

Volvemos a Canadá, que parece que quiere batir todos los records, con la proyección de What Keeps You Alive de Colin Minihan que también ha escrito el screenplay. En What Keeps You Alive nos encontramos ante un original survival, palabreja esta que ya nos sirve para definir brevemente el sub-género de terror al cual pertenece. No obstante esconde mucho donde parece que tiene que haber poco, es decir, en ese tipo de films la premisa es sálvese quien pueda, pero la que analizamos hoy contiene muchos más alicientes que la hacen fresca y muy original. Para empezar una historia que contiene elementos raramente vistos en este tipo de films. La diversión y la tensión están garantizados, no en vano el culpable de todo esto no es otro que Colin Minihan, autor, entre otras, de la espeluznante Grave Encounters (2011) y la más reciente It Stains the Sands Red (2016). Sin separarse nada en absoluto del terror, en What Keeps You Alive va un poco más allá, introduciendo unos interesantes giros de guion que están colocados de manera milimétrica dentro de la cinta. Como ya sabéis, nos gusta escarbar en el resbaladizo terreno cinematográfico. En esta ocasión asistimos a algo más que un homenaje. Es como rendirse a los pies del maestro, me estoy refiriendo a la mítica Funny Games (Michael Haneke, 1997). Dejando aparte algunos temas visuales que vinculan ambas películas, la frialdad con que una de las protagonistas realiza sus fechorías recuerda vagamente a nuestros amigos Paul y Peter, sustituyendo lo que en el film del director austriaco era el placer de un morboso juego, por una enfermiza relación que tiene el matrimonio como fondo, aunque utilice un juego al fin y al cabo. Vamos con las interpretaciones, para empezar tenemos al dúo Hannah Emily Anderson y la mencionada Brittany Allen, que ya compartieron mesa y mantel en Saw VIII (Michael Spierig y Peter Spierig, 2017). En esta ocasión están muy convincentes, dando rienda suelta a toda una serie de tics que tienen el mérito ambas de hacerlos sumamente creíbles. Del resto, como son pocos, los nombraremos a todos: Martha MacIsaacJoey Klein y Charlotte Lindsay Marron completan el reparto. Para celebrar el primer aniversario de boda, Jackie y Jules deciden pasar unos días en una gran casa en medio del bosque, rodeado de un paradisiaco entorno y con un precioso lago sin Nessy. Nada es lo que parece, empezando sin motivo aparente un terrorífico juego del gato y el ratón.

Para finalizar las proyecciones del día, nos disponemos a degustar la cinta estadunidense I Think We’re Alone Now de Reed Morano. El guion corre a cargo de Mike Makowsky. La premisa: es el fin del mundo es algo que hemos visto infinidades de veces. En el film que nos ocupa solo quedan dos personas en todo el planeta, cosa que en principio no es muy prometedora. De hecho habla sobre la soledad en una ciudad post-apocalíptica cerca del río Hudson. Las banderas destrozadas, ese símbolo favorito de la fallida América, se inclinan sobre la calle principal vacía en este nuevo pueblo fantasma. El público conoce ese sentimiento, cuando el luto ha pasado y el vacío ha llenado todo como un ente independiente. Las personas en esta fase tienden a hacer proselitismo acerca de la libertad de hacer cada día lo que a uno le viene en gana. ¿Por qué dejar un pequeño lugar a otra persona que te desequilibrará la vida? Para Morano, un director de fotografía convertido en director que dirigió varios episodios de The Handmaid's Tale, y el guionista Mike Makowsky, esta distopía de dos personas trata sobre los compromisos para formar una comunidad. La única democracia perfecta tiene un votante, lo que la hace técnicamente una dictadura. Los dos actores protagonistas rara vez se muestran juntos, una opción visual muy inteligente. La buena comida y los buenos sentimientos, se pueden saborear solos, pero en los malos tiempos, otros ayudan a soportar la carga. En las interpretaciones tenemos a Peter Dinklage (Juego de Tronos) y a Elle Fanning (The Neon Demon). El apocalipsis es una bendición disfrazada para un solitario afortunado hasta que llega un segundo superviviente con la amenaza de la compañía.

Una gran sensación casi eufórica nos invade. Hemos tenido un gran día de cine, como no podría ser menos. Ahora toca descansar, o no. Mañana será otro día.