Crónica Festival de Sitges 2018 día 3


Nuestro oscuro instinto nos avisa que la jornada en la que nos encontramos puede ser de las que hacen época. Solo con mirar los títulos que componen la excelente parrilla ya hace que se nos pongan los ojos como platos. Y qué mejor que para calmar esos tenebrosos deseos degustar unas cintas que traspasaran los muros de este fantástico Festival

Para empezar uno de los bombazos del año. Estamos hablando de Mandy de Panos Cosmatos. Colaborando en el excelente guion tenemos a Aaron Stewart-Ahn. Lo que puso al director italo-canadiense en boca de todo el mundo hace unos años fue la extraña y a su vez atrayente Beyond the Black Rainbow, que estaba cargada de referencias al cine de género, un poco de Argento, una pizca de Carpenter y sobretodo mucha cosecha propia. Cosmatos supo marcar la diferencia con un film con sello propio y aunque su ópera prima pecaba de tener un guion algo confuso y un ritmo algo pesado, se abrió hueco dentro del corazón de los amantes del género. Parece que Panos Cosmatos ha aprendido de sus errores pasados y con Mandy corrige los defectos antes mencionados en su anterior cinta. Eso sí, sin perder su toque onírico casi salido de la mente de un Cenobita. Por otra parte, la primera parte sigue pecando de tener un ritmo algo pesado, pero esto se corrige hacia mitad de la película donde el director decide poner el turbo y no afloja el acelerador hasta el final. En cuanto a las actuaciones, tenemos a un Nicolas Cage extraordinario, estamos acostumbrados a que en cualquier film donde aparece tenga su “momento Cage” pero es que en Mandy este momento está elevado a su máxima potencia. Cualquier fan del actor californiano disfrutará de su apabullante actuación. Destacar también el intenso papel de Andrea Riseborough como Mandy, la cual desprende un halo único. Tan solo con su mirada hipnotiza tanto a Cage, como al propio público. Red y Mandy viven apartados de la civilización, su amor es único y verdadero. Viviendo en mitad de la nada, rodeados del frondoso bosque como vecino, una noche reciben una inesperada visita. Son Asaltados por una secta que acaba arrebatando la vida de Mandy delante de un desesperado Red, que solo puede observar la horrible situación. La única motivación en la vida de Red es encontrar a los asesinos del amor de su vida y liquidarlos sin compasión.


Después de salir temblando de la última proyección me dirijo a toda pastilla a otra sala donde me espera una, en principio, gran película. Casi no llevo nada en el estómago, lo cual hace que mi irritación sea directamente proporcional a mi hambre. No tengo tiempo ni de zamparme un triste croissant. Las calles están a rebosar a esta hora del día pero creo distinguir a una cierta distancia a mis amigos. No están solos, un guardia urbano, con la moto al lado, parece que les está interrogando. Los dos están de pie en la parte trasera de la furgoneta. Mi curiosidad puede más que mi hambre y mi película, ya buscaré alguna excusa para salvarme de la penalización, así que decido acercarme disimuladamente.

  • Buenos días – les dice el agente.
  • Buenos días agente.
  • ¿Ha bebido usted alcohol? – dice el guardia dirigiéndose a él.
  • Ni gota, no tengo costumbre de empezar tan pronto – parece ser que quería hacerse el simpático.
  • ¿A qué hora empieza entonces? – el guardia le sigue la broma.
  • Hablo en serio, no he probado ni un triste carajillo.
  • Mejor para su salud. No obstante vamos a comprobarlo. Es un control rutinario, no se preocupe.
Se dirige a la moto y vuelve con un utensilio que creo ver que es un alcoholímetro.
  • Por favor, sople por el filtro sin pausa hasta sentir un pitido, no hace falta que lo haga muy fuerte.
  • No se preocupe – dice el hombre de manera cortante – ya me lo han hecho otras veces
Empieza a soplar hasta escucharse el pitido.
  • Muy bien, vamos a ver – diciendo esto saca el filtro y se lo da de recuerdo.
Se hace una breve pausa.
  • Parece ser que hoy ha hecho usted una excepción. Da positivo, concretamente 0,70 mg/l.
  • ¿Cómo?, ¿cree que con esos datos podría hablar tan tranquilo?
  • Pues no lo sé, yo no bebo nunca y además no le conozco a usted, por lo tanto no sé cómo habla habitualmente – tras unos segundos sigue – Tranquilo, esperaremos diez minutos y volveremos a hacer la prueba. Es el reglamento.
Se me está haciendo tarde, pero la cosa está muy interesante. Hago que miro el móvil para que no se fijen en mí. Conozco al responsable de la sala desde hace muchos años, seguro que pasa la tarjeta por el lector. Luego me paso por allí.
  • ¿Puedo fumar? – pregunta el hombre.
  • No hay ningún problema, no interfiere en los resultados.
Pasan los diez minutos reglamentarios y vuelven a hacer la prueba.
  • Lo siento – dice el guardia – Se repite el resultado. Tendrá que dejar el vehículo y enviar a alguien de su confianza a recogerlo. Ya recibirá una citación judicial.
  • ¡Se lo juro agente!, no he bebido nada, por favor me tiene que creer.
  • No es cuestión de creerle o no, la maquina es muy precisa, además hemos hecho la prueba dos veces.

Le pone el cepo en la rueda y se va. El hombre abre la puerta del conductor recogiendo algunas cosas. Con el nerviosismo se le caen al suelo. Puedo ver una botella de whisky vacía, un machete y unas bragas ensangrentadas. Me giro, un cierto temblor se apodera de mí. Habría sido mejor ir a ver la película. ¡Por cierto!, tengo que ir corriendo a ver si salvo algo de mi dignidad.


Nos dirigimos por primera vez a Sudamérica, concretamente a Argentina para ver Aterrados de Demián Rugna, que se encarga también del guion. No vamos a sorprender a nadie si afirmamos que en los últimos 20 años el cine de terror argentino ha resurgido para quedarse, pues todos los amantes del terror tenemos muy presentes a directores como Javier Diment, Ezio Massa, Adrián y Ramiro García Bogliano o Luciano y Nicolás Onetti. Son solo algunos ejemplos de nombres que llevan resonando por festivales de todo el mundo en estos últimos años. Creemos que con Aterrados se alcanza un paso más en el cine de terror argentino, esta película nada tiene que envidiar a las producciones de terror comercial que nos llegan desde la gran fábrica de cine estadounidense, las comparaciones con Insidious o Sinister son inevitables. El director y guionista Demián Rugna no es la primera vez que se adentra en el género, pues en sus anteriores trabajos ya ha tocado tanto el fantástico como el terror, pero lo que no hay duda es que Aterrados es su obra más redonda haciéndonos pasar un rato muy entretenido y nos ha hecho dar algún que otro salto de la butaca (cosa nada fácil en estos tiempos que corren). En cuanto a las actuaciones tenemos a un sobresaliente Maxi Ghione que sabe cargar con todo el peso dramático del film. Interpreta a un comisario tan bien dibujado que hace de perfecto punto de unión entre todos los personajes y además regala una actuación increíble en todos sus aspectos. En un tranquilo vecindario empiezan a suceder extraños fenómenos paranormales. ¿Es la paranoia de sus inquilinos o verdaderamente hay fuerzas del más allá que están aterrando a sus habitantes?

Vamos con otra explosión, en un film del que estamos seguros anda todo el mundo detrás. Estamos hablando de Summer of 84, film canadiense de los directores François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell. Firman el maravilloso guion Matt Leslie y Stephen J. Smith que demuestran su maestría a pesar de su corta carrera. Si bien su anterior obra, Turbo Kid, era un divertimento de serie B destinado a triunfar y arrasar por cualquier festival que pisara, esta vez el trío de directores ha dado un vuelco en su estilo, llevando a un terreno mucho más oscuro y sobrio su nueva producción, Summer of 84. Se acabaron los aspersores de sangre y los muñecos de plástico para las amputaciones. Señoras y señores estamos ante un auténtico homenaje al puro terror ochentero de la vieja escuela. En cuanto al apartado sonoro, vuelven a repetir la fórmula que tan bien funcionó en su anterior película. Jean-Philippe Bernier y Jean-Nicolas Leupi con su música electrónica vuelven a la carga, aunque esta vez queda en un plano más secundario jugando un papel igual de importante en el plano ambiental de la acción que vemos en pantalla. En las interpretaciones, unos convincentes Graham Verchere, Judah Lewis, Caleb Emery y Cory Gruter-Andrew, secundados por un excelente Rich Sommer (El Diablo viste de Prada). Estamos en el verano del 84. Un grupo de adolescentes sospecha de su vecino policía, están convencidos de que es un asesino en serie. Poco a poco irán reuniendo pruebas pero a medida que se acerquen a la verdad el camino se irá tornando peligrosamente mortal.

De Estados Unidos nos llega Apostle de Gareth Evans que también se hace cargo del guion. Para el que no lo sepa, el Sr. Evans es el causante de que hayáis pasado momentos de gran diversión a través de sus films The Raid y The Raid 2, obras que han marcado un antes y un después en las cintas de acción. En esta ocasión se adentra en el thriller con elementos de terror. En palabras del mismo director: “Exploramos la noción de cómo los ideales políticos y el deseo de poder del hombre pueden corromper una religión, una sociedad y lo que es peor, la moral”. A pesar de que el thriller es un territorio indomable para Evans, el catalizador de la historia es similar a muchas de sus películas de acción, películas en las que un grupo de gente perversa molesta al tipo equivocado (generalmente Iko Uwais), quién luego se infiltra en su sede y se recupera. Evans, de todas maneras, recalca que Apostle no es una cinta de acción. Vamos con el elenco. Para empezar Dan Stevens (The Guest), seguido por Lucy Bointon (Sing Street), Mark Lewis Jones (Star Wars: Episodio VIII), Michael Seen (La Reina y Midnight in Paris) y Bill Milner (X-Men Primera Generación). Londres, 1905. El hijo pródigo Thomas Richardson ha regresado a casa al enterarse de que su hermana está siendo retenida por un culto religioso. Decidido a recuperarla a toda costa, Thomas viaja a la isla idílica donde vive el culto bajo la dirección del carismático Profeta Malcolm. A medida que Thomas se infiltra en la comunidad de la isla, se entera de que la corrupción de la sociedad continental que dicen rechazar ha infestado las filas del culto, y descubre un secreto mucho más malvado de lo que podría haber imaginado.

Acabamos el día, cinematográficamente hablando con la estadounidense Piercing de Nicolas Pesce que firma un guion basado en la novela homónima de Ryû Murakami. En 2016 había un título que sonaba fuerte por todos los festivales de género por los que se cruzaba, eran todo maravillas lo que se escuchaba sobre The Eyes of My Mother y no era para menos. A raíz de esto, todos estábamos expectantes del segundo largometraje del director Nicolas Pesce, y a espera ha acabado. Esta vez no se ha decantado por una producción en blanco y negro, pues los colores forman parte importante de su nueva obra, es más, parece que a la hora de adaptar esta novela ha tenido una fuerte influencia del cine giallo, ya sea en el tempo, en la narrativa y sobretodo como antes he dicho la cromática y su utilización. Tras poder ver el segundo trabajo de este director neoyorkino lo que nos queda claro que tiene talento de sobras y sobretodo que hay que seguirlo muy de cerca, pues aunque su nueva película no es tan redonda como su primera sí que es capaz de regalarnos una cinta que sabe cómo enganchar al espectador de principio a fin y sobretodo diferente a lo que el cine de género nos tiene acostumbrados últimamente. Aparte del más que destacable trabajo del director hay que mencionar el trío protagonista de este film.  Aunque si bien es cierto que el mayor peso del metraje recae en un espectacular Christopher Abbott (Llega de Noche y James White), siempre es más fácil trabajar rodeado por dos actrices de tal magnitud como son Laia Costa (Victoria) y Mia Wasikowska (Stoker), las cuales llenan la pantalla tan solo con su presencia. Un hombre de negocios se despide de su amada esposa y su querido hijo, pero en lugar de dirigirse al trabajo se instala en un hotel alejado de miradas indiscretas y contrata los servicios de una Escort, para acto seguido asesinarla a sangre fría.

No ha estado mal. Hemos asistido a unas proyecciones que marcaran todo el año cinematográfico. Todo un lujo que esperamos siga y siga.