Rock Steady Row review



El sistema estudiantil está en el peor momento de su historia. Las revueltas universitarias por el abuso de las cuotas académicas han llegado a un punto en el que los campus se han convertido en un lugar sin ley controlada por dos fraternidades rivales, y en el que las bicicletas son la más poderosa moneda.


Título original: Rock Steady Row

Año: 2018

Duración: 77 min.

País: Estados Unidos

Director: Trevor Stevens

Guion: Bonami J. Story

Música: Joshua Mosley

Fotografía: Nico Aguilar

Reparto: Heston Horwin, Logan Huffman, Isaac Alisma, Allie Marie Evans, Diamond White, Jake Collins, Christopher Gerse, Larry Miller


Una violenta comedia que sorprende.

Rock Steady Row es un perro verde. Desconocía la existencia de esta película hasta prácticamente el momento de su visionado, y esto no lo digo como algo peyorativo sino como una declaración de intenciones. Es una comedia violenta indie, incluso artesanal podríamos decir, que va de tapada hasta que se descubre como una película muy cuidada en su diseño, con unas buenas ideas y sorprendentemente artística. No es perfecta y ahora veremos el porqué, pero hay que reconocerle el mérito de haber visto muy pocas cintas parecidas a esta.


El sistema estudiantil está en el peor momento de su historia. Las revueltas universitarias por el abuso de las cuotas académicas han llegado a un punto en el que los campus se han convertido en un lugar sin ley controlada por dos fraternidades rivales, y en el que las bicicletas son la más poderosa moneda.

No me cabe duda de en qué momento de la sinopsis has levantado la ceja. La cinta es una comedia que roza el absurdo (en momentos entra de lleno) pero que tiene las ideas bastante claras. Una de ellas es su protagonista, un misterioso novato al que le roban la bicicleta nada más llegar y a la que jura recuperar, lo que hará de catalizador para el caos posterior. Otra es su sentido del humor y la mezcla de géneros que van desde el noir, el de acción y sobretodo, el western. Rock Steady Row prácticamente grita que estamos viendo un remake libre de Por un puñado de dólares (Sergio Leone, 1964), y no tanto de Yojimbo (Akira Kurosawa, 1961), pues pienso que le encaja más un ambiente agreste y desértico que no el de un Japón feudal.

Debuta el joven Trevor Stevens tras un buen puñado de cortometrajes. Los puntos negativos empiezan aquí, tiene buena mano con la cámara y unas claras referencias con Edgar Wright y cintas como Turbo Kid, pero no puede evitar la caída del ritmo que tiene a partir de algo más de la media hora, hasta ese momento la cinta va como un cohete, sorprendiendo al espectador y con una sucesión de acontecimientos interesantes y amenas, pero llegados a un punto la acción se para y no sabes muy bien por donde tirará la trama o cual será el McGuffin (que lo hay). Además la ambientación no juega a favor, es una cinta con poco presupuesto y es buena idea que hayan usado unas instalaciones abandonadas para simular un ambiente bélico, pero para ello tendrían que haberlas acondicionado un poco, pues se nota que están rodando tal cual las encontraron y parece todo más un vertedero que no un campus sin mantenimiento. En el plano interpretativo destacan los dos varones principales, el protagonista Heston Horwin, con un aspecto duro y de inteligentes planes, y su antagonista Logan Huffman (Final Girl, Temple), loco y siniestro pero profundamente carismático.


Es una cinta entretenida, que te pasa en un suspiro (gracias a su hora y cuarto de duración) y con algunas ideas bastante originales. Si te gustan locuras como Turbo Kid, Deathgasm o Scott Pilgrim contra el mundo es muy probable que con esta pases un muy buen rato.

Firma: Oriol Hernández.