Funny Games review

Dos jóvenes bien parecidos y con pinta de no haber roto nunca ningún plato, piden unos huevos a una familia burguesa que llega a su segunda residencia para pasar unas vacaciones. Da la impresión de que son amigos de los vecinos con lo que no les cuesta introducirse en su hogar. Conforme van pasando las horas se van dando cuenta de que ha empezado un juego en el que las posibilidades de ganar son más bien escasas.

Título original: Funny Games

Año: 1997

Duración: 108 min.

País: Austria

Director: Michael Haneke

Guion: Michael Haneke

Música: Varios

Fotografía: Jürgen Jürges

Reparto: Susanne Lothar, Ulrich Mühe, Arno Frisch, Frank Giering, Stefan Clapczynski, Rolfi


Un hito en el género de terror.

Hay películas que acaban convirtiéndose en un antes y un después en su mundo natural y que lo traspasan incluso, convirtiéndose en iconos de su época. Hay otras que se quedan marcadas a fuego en tu cerebro, como una sucesión de imágenes que en algún momento de tu existencia vuelven a aparecer sin saber cómo ni por qué. También encontramos algunas en las que la unanimidad es total a la hora de calificarla y, lo mejor de todo, tanto para el público como para la crítica, son como tótems a los cuales hay que acercarse alguna vez en la vida. Si juntamos todos los ingredientes de este coctel y los agitamos adecuadamente obtendremos una obra maestra. Funny Games, en su versión de 1997, es una de ellas.


Uno de los factores que influyen a la hora de dar esa clasificación top es su duración en el tiempo o, lo que es lo mismo, el mantenimiento de la fascinación por muchas veces que la veamos. Hay cintas que, a pesar de su indudable calidad, no resisten demasiado bien ni un segundo visionado. En este sentido, me viene a la cabeza en estos momentos [REC] (Jaume Balagueró, Paco Plaza, 2007), film que dejó una gran impronta por su frescura y su aportación al género pero que cuando perdía el factor sorpresa también se desprendía de una parte de su atractivo. La dureza con que te golpea la primera vez que ves Funny Games te obliga a volverla a ver para intentar suavizar esa primera opinión, pero todo es en vano, Haneke juega hábilmente con el espectador sacudiendo sus más básicos sentimientos, cosa habitual en el cine del director austriaco.

Hablar de su filmografía nos llevaría mucho espacio y tiempo, no obstante nombraré las que, en mi opinión, ocupan los primeros lugares, aparte de Funny Games claro está, que come aparte. El orden es lo menos importante pero empezaré con Amour (2012), seguida de Caché (2005) y La Cinta Blanca (2009), tres grandes obras de lo más representativo de un director que empezó su carrera en el mundo del cine a una edad en la que a muchos se les ha secado el manantial creativo, tenía concretamente 47 años.

Lo que cuenta en el film que analizamos es sumamente original, pero lo es aún más la manera como lo cuenta, sobretodo destacar las miradas a cámara del protagonista principal, Arno Frisch acompañadas de unos diálogos que invitan a conectar con un ser que parece que esté de vuelta de todo.

Dos jóvenes bien parecidos y con pinta de no haber roto nunca ningún plato, piden unos huevos a una familia burguesa que llega a su segunda residencia para pasar unas vacaciones. Da la impresión de que son amigos de los vecinos con lo que no les cuesta introducirse en su hogar. Conforme van pasando las horas se van dando cuenta de que ha empezado un juego en el que las posibilidades de ganar son más bien escasas.


En las interpretaciones con encontramos con un gran Arno Frisch en el papel de Paul, el líder de esa dupla de la cual Frank Giering forma la otra parte. A una magistral Susanne Lothar le toca lidiar con el ingrato papel de madre y a Ulrich Mühe con el de padre. Stefan Clapczynski interpreta al hijo único de la familia. Por último nombrar a Rolfi, un maravilloso pastor alemán.

Para finalizar decir que nos encontramos ante uno de los títulos imprescindibles del universo cinematográfico aunque por su país de procedencia no fue del todo bien valorada. Su pertenencia al terror es indiscutible pero es de aquellos films a los que les da igual su encasillamiento. Es simplemente Funny Games.

Firma: Josep M. Luzán.
@Josep_Luzan