Crónica Festival de Sitges 2017 día 4


Domingo 8 de Octubre

El Día del Señor en un entorno como Sitges es algo diferente. Una programación irreverente, litros de sangre, sustos mil y un gran y enorme cine. Un consejo: ya rezaréis otro día, hoy os toca disfrutar de una gran programación y eso es algo sagrado.

Vamos por materia, Bushwick nos espera impaciente. La dirección es bicéfala al igual que el guion. En la primera de las dos facetas nos encontramos con Cary Murnion y Jonathan Milott. En la segunda Nick Damici y Graham Reznick. En ese cuarteto destacaremos a nuestro viejo amigo Nick Damici, primero como actor (Stake Land, The Sacrament y Cold in July) y después, pero no menos importante, como guionista (We Are What We Are, Stake Land y Cold in July). Usando nuestra perversa imaginación podemos recrear el cuento de Caperucita Roja, sustituyendo a salvajes lobos por salvajes humanos. Su misión: llegar a casa de su abuelita, y aquí se acaba la comparación. A partir de aquí un thriller de acción con pinta de videojuego tipo Call of Duty, con todo lo bueno y todo lo malo que esto conlleva. En las interpretaciones un gran, en todos los sentidos Dave Bautista (Riddick y Los Guardianes de la Galaxia) acompañado por Brittany Snow. El Estado de Texas está intentando separarse de Estados Unidos y se ha tomado Nueva York para negociar. Lucy conoce a Stupe en el metro durante la invasión de Brooklyn. Juntos deciden cruzar las cinco manzanas que conforman Bushwick para conseguir llegar a la casa de la abuela de la chica.

Para desengrasar un poco nos dirigimos por primera vez a Asia, concretamente a Japón para ver Love and Other Cults (Kemonomichi) de Eiji Uchida que se hacer cargo tanto de la dirección como del guion. Sin ser monotemático, Uchida ha hecho interesantes incursiones en el género de terror como Greatful Dead (Gureitofuru deddo) o mezclándolo con comedia como en Metaruka. En esta ocasión mezcla el drama con la comedia dando como resultado algo ácido y oscuro. En sus escasos noventa y cinco minutos contiene gran cantidad de narrativa, apartándonos un poco de las clásicas cintas que abusan del metraje. En las interpretaciones contamos con Sairi Itô, Kenta Suga y Kaito Yoshimura. Nacida en una pequeña ciudad de Japón, una joven llamada Ai es enviada a una comunidad de culto por su madre maniaca religiosa y vive allí durante siete largos años. Después de que el culto sea descubierto por la policía, Ai inicia una nueva etapa en su vida, yendo a una escuela normal por primera vez, pero ella parece no encajar allí. Ai se retira de la escuela y la sociedad, pasando su vida viviendo con una familia de delincuentes. En un extraño giro del destino se encuentra de nuevo en una vida nueva y normal, viviendo con una familia de clase media, pero su vida problemática sigue siguiéndola hacia senderos más profundos y destartalados.

Vamos ahora con un producto de manufactura norteamericana dirigido por la brasileña Natalie Leite, estando Leah McKendrick a cargo del guion, reservándose asimismo uno de los papeles principales. Vamos a empezar dando algún dato, por ejemplo, que quieren decir las iniciales que dan título a la película, M.F.A.: Master of Fine Arts o traducido al castellano Máster en Bellas Artes. La pintura cobra protagonismo escarbando en el viejo mito que los genios, sobre todo de ese arte, no están muy bien de la azotea. La directora de origen brasileño Natalie Leite evita en todo momento el discurso feminista, centrándose en lo que a nosotros verdaderamente nos importa, la parte cinematográfica, de la cual hace un buen ejercicio apoyada por un gran guion de Leah McKendrick que no se anda por las ramas a la hora de mostrarnos la más descarnada realidad. Un gran film con toques moralizantes, pero sin pasarse de la raya. Esa comedida exposición de los hechos la hace grande, puesto que evita lo que podría ser algo sensiblero centrándose en lo que realmente importa, un irrefrenable deseo de venganza. En el apartado interpretativo destacar la gran actuación de Francesca Eastwood, hija del gran Clint Eastwood, del cual parece que aprendió a enamorar a la cámara. Su gran magnetismo le sirve para llevar todo el peso del film. La acompaña Leah McKendrick, asimismo guionista del film y que se estrena, en esta última faceta en el mundo del largometraje. Noelle es una estudiante de arte que tras una violación, mata accidentalmente al causante, sirviéndole ese accidente en la más pura inspiración, arrancando, por así decirlo, su carrera y admiración tanto de profesores como de compañeros. Tras ese acto, decide tomarse la justicia por su cuenta vengando a las chicas de la universidad, cuyos atacantes campan libres a sus anchas.

Volvemos a disfrutar a continuación de un producto Made in India: Gurgaon de Shanker Raman. En el guion cuenta con la ayuda de Vipin Bhati, Sourabh Ratnu y Yogi Singha, como veis parece algo muy elaborado y en realidad lo es. Las películas indias que se mueven en la zona oscura, léase thriller o terror, parece que tienen un factor multiplicador que las hace más perturbadoras aunque lo que expliquen no sea para tanto. Este es el caso de Gurgaon, un thriller rodado con bastante mala leche, aunque contenga algunos matices que lo suavicen. Tiene la particularidad de que vamos siguiendo los acontecimientos a través de la música, con esto no quiero decir que sea un musical tipo bollywood, al contrario, nos lleva hasta callejones que parecen sin salida para después rescatarnos y llevarnos hasta las alturas. Es como algo mágico y envolvente. En el apartado interpretativo tenemos a Akshay Oberoi en su hierático papel de Nikki. Por otra parte Pankaj Tripathy en el papel de patriarca, algo cabroncete por cierto, Ragini Khanna como Preet y finalizamos con Aamir Bashir como Hooda, el policía de turno. Preet es la hija de un magnate de la construcción que vuelve a casa después de formarse en el extranjero. Fue adoptada cuando un chamán aconsejó a su padre, Kehri, que una hija le traería buena suerte. Kheri le da la oportunidad de lanzar su carrera de arquitecto dentro del negocio familiar, lo que provoca los celos de su hermano mayor Nikki, que acaba elaborando un plan malicioso que desemboca, a través de algunos giros, en un electrizante final.

Acabamos el día con una de fantasmas: A Ghost Story de David Lowery siendo el responsable también del guion. Lo que es intrigante de esta historia de fantasmas en particular no es el hecho de que Lowery decide decirlo desde el punto de vista del fantasma en lugar de los humanos. Es la distancia que Lowery coloca entre el personaje de Affleck como un ser humano y la triste y flotante presencia de después de la muerte. Una vez que todo lo que hizo como ser humano -su ser físico, sus facultades de comunicación- es borrado, lo que queda es amor y un doloroso anhelo. El duelo no se limita a la persona que queda viva, pero sólo la persona que queda viva retiene las herramientas para procesar el dolor y seguir adelante. Los fantasmas en esta historia magníficamente triste se quedan esperando una respuesta a una pregunta que se evaporó en el éter hace mucho tiempo. Aparte de Casey Affleck (Interstellar y Manchester Frente al Mar), en el lado de las interpretaciones tenemos a Rooney Mara (La Red Social), Grover Coulson y Kenneisha Thompson. En esta exploración singular del legado del amor, de la pérdida y de la enormidad de la existencia, un fantasma recién fallecido vestido de blanco regresa a su casa suburbana para tratar de reconectarse con su desventurada esposa.

Ha sido un día bastante intenso, pero hemos llegado frescos al final. Los largos años de seguimiento del Festival nos han hecho inmunes al cansancio. ¿Tendremos poderes sobrenaturales?