Election: La noche de las bestias review


Título original: The Purge: Election Year

Año: 2016

Duración: 105 min.

País: Estados Unidos

Director: James DeMonaco

Guión: James DeMonaco

Música: Nathan Whitehead

Fotografía: Jacques Jouffret

Reparto: Frank Grillo, Elizabeth Mitchell, Mykelti Williamson, Joseph Julian Soria, Betty Gabriel, Terry Serpico, Edwin Hodge


Esto podría haber sido algo muy grande.

A lo tonto una película muy pequeña que se llamaba The Purge: La noche de las bestias estrenada en 2013 va ya por su tercera parte haciéndose cada vez más grande en cada nueva entrega. Su idea principal, tan simple como original da para hacer una saga prácticamente infinita avanzando a paso de hormiga en una trama que se adivina uniendo todas sus partes (y que paradójicamente parece que en esta si que avanza algo más cerrándose a si misma posibilidades futuras), pero que da pena ver como con todo su potencial no es explotada de una manera completamente satisfactoria y da la sensación que puede ser algo mucho más grande de lo que al final acaba siendo.

Como cada año llega el día de La Purga, una festividad que permite todo crimen por atroz que sea durante 12 horas sin repercusión legal alguna. Pero este año podría ser el último ya que la senadora Roan, completamente contraria a este método, es una posible ganadora a las próximas elecciones presidenciales. Sus contrincantes políticos verán este día como la oportunidad perfecta para borrarla de la carrera presidencial.

En cada entrega la saga ha ido definiéndose a si misma y desarrollando aquellos elementos que vé más originales, por ejemplo la estética de los llamados “Purificadores” que van disfrazados de diferentes personalidades y símbolos reconocibles para todos pero con un toque macabro. Una idea muy correcta pero que parece algo contraproducente para el que lo porta, pues pese a considerarte a ti mismo un cazador eres tan presa como cualquier otro, y al moverte por las calles sin ningún tipo de sigilo o estrategia más allá de ir pegando gritos y tiros al aire no haces más que atraer a otros que, como tú, buscan con quién matar el tiempo. Y esto no hace más que añadir esa aura de comic que está por todas partes, esa irrealidad en un futuro distópico que atrae, pero como dije antes, da para mucho más y da la sensación que solo se rasca la carcasa.


Dirige una vez más James DeMonaco, creador de la saga y director de todas ellas con el cuidado de un elefante en una cristalería, un tipo que no está para tonterías y que intentará una y otra vez crear imágenes potentes para que se te queden en la retina, pero eso es todo, solo son imágenes, puedes quitar esos momentos de decapitaciones e imágenes terroríficas de la película que no pasará nada. Lo que es la trama principal y sus peripecias son mucho más light de lo que intuyes que está pasando en el resto de la ciudad, es como ver la fiesta del siglo desde el agujero de la cerradura. Protagoniza otra vez Frank Grillo (Demonic, Civil War), más para aprovechar la fama del actor que otra cosa, pues el personaje (que se apellida Barnes) está completamente reinventado de lo que fue en la segunda parte, e incomprensiblemente, mucho más suavizado en esta, poquísimas escenas de acción para él en una película de estas características cuando en la anterior era el amo. En la comparsa está Elizabeth Mitchell (Lost, Frequency) pilar del argumento pero algo cansina cuando no hace más que llevar la contraria a todo lo que le dicen. Destacar al personaje de Mykelti Williamson (Hollows Grove, Destino Final 4), personaje cómico de la película en el que su humor se basa todo él en chistes racistas. Un grande.


En definitiva, es una película divertida por pura estúpida que es y bien que me alegro, pero podría ser mucho más y creo que si el mismo director se empeña en seguir dirigiendo más entregas no mejorará (salivo solo de pensar una Purga dirigida por George Miller o que demonios, Michael Bay). Si tu película ya tiene calificación para mayores de 18 años pues que se note y pon escenas fuertes de verdad, no un par y que encima se ven de lejos, copón. Destacar también el final de barras y estrellas que emocionaría al mismísimo Donald Trump.

Firma: Oriol Hernández.