El Ardor review


Título original: El Ardor

Año: 2014

Duración: 110 min.

País: Argentina

Director: Pablo Fendrik

Guión: Pablo Fendrik

Fotografía: Julián Apezteguía

Reparto: Gael García Bernal, Alice Braga, Chico Díaz, Claudio Tolcachir, Jorge Sesán, Lautaro Vilo, Julián Tello


Nadie está a salvo de la ambición.

Nos encontramos ante una extraña película. Ese término "extraño" lo podríamos usar en los dos sentidos, tanto positivo como negativo. En el lado bueno decir que tiene un aire misterioso, donde el personaje principal parece surgido de la nada, como un héroe sobrenatural llegado a un escondido confín sin saber porqué ni cómo. Naturalmente su llegada es en el momento en que suceden la serie de episodios que componen este largometraje. Este planteamiento tan de western, donde el chico de la película es un ser solitario, atractivo y solucionador por la tremenda de numerosos líos, se ve reforzado por la caracterización, tanto de él, como de sus oponentes.

Sigamos con las cosas positivas, los films con mensaje nunca han sido mi fuerte, de hecho todos lo tienen, pero creo que me entendéis por dónde voy. En esta ocasión es claro y conciso, tanto que hasta hace daño a la vista, pero está bien que se nos vaya recordando en qué mundo vivimos, y que hilos son los que lo mueven.

En el otro plato de la balanza está el planteamiento un tanto infantil de la historia. Tú serás el malo y yo el bueno. En todo hay matices, aquí esto se ha obviado y vamos a piñón en un dibujo de los personajes demasiado simple y fácil. Con lo que nos gustan a nosotros los sujetos difíciles e imprevisibles.

Kaí es un joven vagabundo que merodea por la selva argentina. Va a parar a una plantación de tabaco regentada por Torquinho y su hija, que pronto recibirán la visita de unos mercenarios que se dedican a la desforestación de ese idílico paraje, asesinando al padre y secuestrando a la hija. Kaí impondrá su ley, aunque no todo será tan simple.

Película escrita y dirigida por Pablo Fendrik, que parece más una obra de transición que algo en que hubiera puesto toda la carne en el asador. La premisa, aunque de entrada parezca buena, adolece de mucha chicha si lo que pretendía era hacer algo perturbador. Si ese no era su objetivo, nos quedamos en la duda de hacia dónde van los tiros, quedando claro, eso sí, una bien intencionada moraleja.

Destacar la fotografía de Julian Apezteguía, puesto que pese a estar rodada íntegramente en exteriores, consigue una meritoria sensación de claustrofobia. Asimismo logra que la selva se convierta en un personaje más, y muy activo.

Entretenida cinta donde destaca más lo que se intuye que lo que se ve. Pese a su ritmo tranquilo y sosegado, logrará que la sigáis atentamente. Imprescindible para los que buscan films moralizantes.

Firma: Josep M. Luzán.